TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / ome / Apartamento 8 B.

[C:623607]

Apartamento 8 B.

Ni en sueños me veía dentro del apartamento ocho B, en pleno centro y uno de los edificios más lujosos de la ciudad, pero como nunca se sabe qué nos depara el destino, un día me encontré sentada en el living de dicho apartamento.
Soy enfermera y trabajo en una clínica de tratamientos para la obesidad y cierto día, una antigua clienta, me llamó aparte de todos y me dijo que tenía algo que proponerme, me dio la dirección para que fuera a verla diciéndome que no me iba a arrepentir.
Ese fin de semana justamente tenía libre y decidí ir, la curiosidad se me salía por los poros.
Al llegar una empleada doméstica me abrió la puerta y me dijo que en seguida vendría la señora.
Nos saludamos cordialmente y pronto me enteré de la propuesta de Helena, la dueña del apartamento.
Mi querida Violeta, quiero que seas mi enfermera particular, estoy segura de que el sueldo va a servirte pues es tres veces mayor que el que te pagan en la clínica y además quiero que vengas a vivir acá, voy a necesitarte cuatro horas en la mañana y dos en la tarde y cuando termines puedes ir a donde quieras siempre que no vuelvas muy tarde.
Al oír a Helena no podía creer lo que me estaba pidiendo, pero de inmediato pensé que vivo sola no tengo compromisos ni familia y además con el sueldo que me iría a pagar podría ahorrar para comprarme la casita de mis sueños y sin pensarlo dos veces acepté.
Me preguntó cuándo podría empezar, aunque aún no me decía para qué me iba a necesitar, en qué consistía mi trabajo a lo que me dijo que de eso no me preocupara, ya me iba a enterar.
Al día siguiente renuncié a la clínica y me fui a vivir al apartamento ocho B, mi dormitorio ¿qué puedo decir de mi dormitorio? Era algo sacado de un cuento de hadas, jamás hubiera pensado que algo tan lujoso existía, pero allí estaba yo, acostada en una cama de plaza y media con sábanas de seda y un televisor de cincuenta pulgadas colgado frente a la cama. ¿Qué más podía pedir?
Al día siguiente me levanté temprano y bajé al comedor donde Helena me estaba esperando con un desayuno a base de cereales y vegetales tal cual el médico de la clínica le había recomendado, aquello era delicioso y no agregabas calorías a mi organismo ni al de ella.
Me pidió que me sentara y que luego del desayuno me mostraría el apartamento para que estuviera familiarizada y supiera donde estaba cada cosa por si ella me pedía algo.
Las habitaciones eran muy grandes y luego de recorrer todo el apartamento, me fijé que una puerta estaba cerrada con llave a lo que me dijo que esa puerta no debía abrirse, que me olvidara de ella.
Un poco extrañada no me atreví a preguntar nada más.
La mucama que a la vez era la cocinera, le preguntó qué era lo que deseaba almorzar y la respuesta fue que si a mí me agradaba el pollo al horno con papas y boniatos eso almorzaríamos.
También esto me extrañó, las papas y los boniatos no entraban en la dieta, pero ni que decir que no dije más que por mí estaba bien.
Me llevó al gimnasio del edificio en la planta alta y me pidió que le enseñara algunos ejercicios que sabía que yo aparte de enfermera solía entrenarme para mantenerme delgada y fuerte.
Luego de unas horas en el gimnasio volvimos al apartamento por un buen baño y a almorzar.
El almuerzo fue delicioso, aunque al ver lo que ella comía no pude más que imaginar la cara del médico si la viera, pero me abstuve de decir absolutamente nada.
Por la tarde a la piscina dos horas y luego de darle sus medicamentos, pude salir hasta mi apartamentito a buscar algo de ropa, hacer algunas compras y volver temprano como ella me pidió.
Todo marchaba muy bien y hasta pensé que Helena gracias a mis masajes y a mi control con las comidas y los medicamentos estaba rebajando de peso y la veía mejor hasta de ánimo.
Pero, de pronto comenzó a sentirse mal y de inmediato llamé a la sociedad que en pocos minutos mandó una ambulancia con el médico de cabecera de Helena, por supuesto yo también fui y me quedé con ella ya que como me había dicho, era sola en el mundo.
Un par de días la dejaron internada y al tercer día le dieron de alta no sin antes consultar con su médico y enterarme de que Helena no estaba bien y le daban seis meses de vida.
Esto me entristeció mucho, le había tomado cariño a Helena y ella también a mí, eso me lo dijo al saber que ya me había enterado de su enfermedad.
Me dijo que me había contratado para tener una enfermera a su lado, pero también una amiga que la acompañara puesto que últimamente no se sentía nada bien y que si a veces se excedía en las comidas era porque sabía de su próximo fin y deseaba darse algunos gustos, antes de partir.
Me pidió disculpas por no haberme dicho nada antes, pero quería que estuviera con ella a lo que le dije que no se preocupara que no la dejaría sola.
La vida con Helena era perfecta, no por el sueldo ni por las comodidades sino porque descubrí a una mujer maravillosa, me contó que tuvo una hija y que abandonó por ser demasiado joven en manos de una familia y que su hija nunca más la vio y que con los años supo que se había casado y que no quería saber nada de ella, aunque sin que su hija lo supiera ella siempre estaba al tanto de cómo le iba en la vida.
También me dijo que se recibió de doctora en leyes y ejerció muchos años, pero que estaba jubilada por su enfermedad.
A su vez le conté que nunca conocí a mis padres, que fui criada por mi madrina, una excelente mujer que me dio todo lo que pudo, pero que un fatal accidente le hizo perder la vida y que desde entonces vivo sola. Mi madrina me había contado que mi madre había muerto en un accidente hacía muchos años.
Helena me dijo que no me preocupara cuando ella muriera, me iba a dejar dinero suficiente para que pudiera vivir un tiempo sin pasar necesidades hasta que consiguiera otro empleo o me casara.
Así pasábamos los días, se había convertido en la madre que no tuve no solo por lo que me había dicho sino porque así era ella, un ser excepcional.
A los ocho meses dejó este mundo, vivió dos meses más de lo que había dicho el médico y creo que se debió a que encontró lo que buscaba, una verdadera amiga.
Luego del sepelio que estaba todo preparado por sus abogados, antes de irme de la casa a mi viejo apartamento, Gladis, la muchacha de la cocina me dijo que la señora le había pedido que me abriera la puerta que estaba cerrada con llave y me dejara entrar para que al fin me enterara del contenido de la habitación.
Muy sorprendida entré. Aquella no era un dormitorio como solía imaginar, sino todo lo contrario, era una sala con una biblioteca, un escritorio y lo más importante, una fotografía mía arriba de dicho escritorio, que de momento no pude entender, pero que luego al ver otras fotografías que se me parecían mucho, lo fui entendiendo.
Una de esas fotografías mostraba a una joven muy parecida a mi que se llamaba Helena y Gladis me fue contando la historia de aquella mujer y el motivo de su parecido conmigo.
La Helena del cuadro, era la hija de la señora Helena y se parecía tanto a mi porque en realidad era mi madre. No entendía nada de lo que me decía Gladis, pero si eso era así, yo era la nieta de la señora Helena.
Gladis luego de explicarme todo lo que la señora Helena le pidió que hiciera, le dijo que durante años siguió la vida de su hija y que también la mía ya que su hija había hecho lo mismo que ella al abandonarla, me abandonó a mí. Que nunca quiso contarme nada porque quería tenerme a su lado y pensaba que si yo me enteraba de que era mi abuela y supiera como abandonó a mi madre, la dejaría.
De esto hace algunos meses, ahora me encuentro en el apartamento ocho B, sentada en el mismo living recordando los acontecimientos que me llevaron a estar allí y ya no como empleada sino como dueña absoluta de los bienes de mi abuela ya que mi madre nunca pudo enterarse que la abuela se ocupaba de saber todo sobre ella, pero que por miedo al rechazo nunca le habló y debido al fatal accidente y su muerte prematura, jamás pudo encontrarse con ella.
Ahora soy una mujer rica, algo que nunca pensé ser, pero al fin sé de donde provengo y no voy a desaprovechar esta magnífica oportunidad que me brindó la vida, voy a seguir estudiando hasta recibirme de doctora, mi abuela lo hubiera querido así. Gladis tampoco quedó desamparada, mi abuela le dejó un legado a ella también y por el momento sigue trabajando en el apartamento ocho B, aunque creo que, por poco tiempo, está de novia y pronto se casa.
Omenia
13/9/2025


Texto agregado el 15-09-2025, y leído por 29 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
16-09-2025 Felicitaciones,por el don que Dios te dió. 6236013
16-09-2025 Me encantó Ome. También me sorprendió con esa madeja que tan bien has desarmado. Ella era su abuela y al conocerla debe haber sido muy feliz porque además encontró una amiga. A veces las personas buenas suelen recibir lo que merecen y ella se lo merecía. Te dejo un beso amiga y mis por el don que Dios te dió. Victoria (5*) 6236013
16-09-2025 Qué puedo agregar? Simplemente maravilloso!!! Claro que ya me había percatado por dónde iba la cosa, (de tanto ver y leer), jajaja… MujerDiosa_siempre
 
Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]