Cara, sello y canto son tres visiones para un mismo tema... como las caras de una moneda.

Todo resultó maravillosamente, su amiga estaba muy feliz con la fiesta sorpresa. Como de costumbre, una vez que se fueron los invitados, se quedaron los más cercanos lavando la loza y ordenando, al mismo tiempo que reían y comentaban la celebración, la vida y el presente de cada uno. Sin duda, aquello era lo único invariable en el tiempo... un regalo de la vida.

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Se quedó reflexionando: a veces, no es posible darse cuenta de que hay un punto de inflexión, una despedida camuflada, un adiós de aquellos que no parecían serlo hasta un tiempo después. Entonces, aquellos cercanos que parecía que iban a serlo eternamente, se alejan y cada uno sigue su camino...

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Sintió la tristeza más profunda que había experimentado en su vida, mientras un manto de soledad intentaba cubrir su ser, ahogándose por instantes. Las lágrimas brotaron una tras otra, hasta desatar un temporal. Se quedó inmóvil, nunca supo cuánto tiempo transcurrió. Una vez que logró ponerse de pie se prometió ser fuerte a sabiendas de que ya no necesitaría a nadie.