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Doña Lupe era una mujer extraña. No siempre lo fue. Hubo un tiempo en que cumplía con su vida sin sobresaltos, hasta que un año nuevo algo se quebró dentro de ella. No fue un desgaste lento ni una desviación gradual del pensamiento. No. Fue un chasquido repentino, un apagón en la conciencia.

Esa mañana se levantó como siempre: de mal humor, encendió la radio en la estación de rancheras, murmuró las oraciones de costumbre a una velocidad incomprensible incluso para ella y se entregó a los quehaceres. Todo parecía normal, hasta que a media tarde, mientras escuchaba las noticias, se detuvo. Un gesto breve, apenas un sobresalto, como si alguien invisible le hubiera clavado un dedo en las costillas. La ropa tendida quedó abandonada bajo la amenaza de tormenta. Desde ese instante, la razón se le apagó para siempre. No hubo lágrimas ni voces que lo anunciaran. Solo un silencio denso que se instaló en su cuarto. La mujer que discutía de política y se angustiaba por el precio de la carne desapareció. En su lugar quedó alguien distinto, con la mirada perdida en un punto fijo de la pared, como si allí hubiera descubierto un secreto.

Al poco tiempo dejó de seguir radionovelas, de hablar con las vecinas, de mirar las calles. Se sentaba frente a su ventana sin vidrio, apenas cubierta por un mantel viejo que servía de cortina. La luz entraba cortada, sucia, y bajo esa penumbra Doña Lupe sonreía como quien escucha voces.

Desde entonces habitó otro mundo. Vecina del disparate, confidente del absurdo. A veces se le oía reír en la madrugada, a veces llorar sin causa. Nadie supo qué veía. Nadie se atrevió a preguntar. Lo cierto es que, al cruzar ese umbral, Doña Lupe no volvió jamás. Y sin embargo, parecía tranquila, como si la locura hubiera sido para ella una puerta abierta hacia un lugar más habitable que este.

Dicen que cada tarde, cuando el reloj marca las cuatro, el cielo de su cuarto se oscurece de golpe, como si cerrara. Y en ese instante, Doña Lupe calla, se queda quieta, y espera.

Texto agregado el 25-08-2025, y leído por 96 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
26-08-2025 ... el repelente idiota... remos
26-08-2025 Pestilente_erre arruina y denaturaliza los textos ajenos, porque el inútil no sabe escribir algo con un mínimo sentido de la frase. lo hace con la IA transformando así el texto original en un exoesqueleto sin vida. el repente idiota no se da cuenta de cuán leso es. remos
26-08-2025 A veces tenemos lagunas en la mente y puedo asegurarte que es muy feo, lo pasé en día de mi cumpleaños, por unos instantes ni siquiera sabía que día era, gracias a Dios volví a la realidad enseguida, quizá sea debido a los años que cumplí jajaja lo bueno es que no me quedo quita ni espero, ni me callo. Saludos. Lindo cuento. ome
 
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