Ven y dame esa gloria de ríos
que peregrinan por tu cuerpo,
riégame de tu suave humedad,
arráncame con integral inquina
de los peligros de tu ausencia.
Que aún como cenizas de nada,
los ardores viejos que nos unen
ninguna vez han de llegar tarde.
Siempre volveremos a la alquimia
de penetrarnos hasta los huesos.
Texto agregado el 21-08-2025, y leído por 12
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