EL ÚLTIMO VIAJE NO SE TOMA EN AVIÓN

(Adiós al pambito que fue mi espejo)

I. EL ENCUENTRO QUE ROMPIÓ DIQUES

Crónica del aprendiz desnudo: Él pambito —poeta de mirada azul— arrancó mis textos como cirujano de almas. No hubo piedad: "Esto es un garabato"*, dijo, y sus palabras fueron dinamita que abrió grietas en mi volcán dormido. De la lava nací yo: el escriba que ya no temía a la verdad cruda.

II. LOS LIBROS COMO HERENCIA SAGRADA

Tras el dolor vino el regalo: Manuscritos de almas muertas que hablaban mi idioma secreto. Leí a Trakl, a Rilke, a Juarroz... y entendí: "Los poetas no mueren: se refractan en otros espejos". Él me hizo ver: Yo ya estaba escrito en esos textos antiguos como sombra esperando su luz.

III. EL EXILIO COMO BENDICIÓN

Cuando su mundo se deshizo — mujer e hijos partieron—, nos quedamos dos fantasmas en la orilla: Él, el poeta sin familia; Yo, el escriba sin maestro. Y en ese vacío, la amistad se volvió altar: No necesitábamos vernos. Sabíamos que el otro respiraba y eso bastaba.

IV. LA PARTIDA QUE NO FUE ADIÓS

Murió dejándome: 

 El brillo de sus ojos azules como dos lagos estelares, 

 El valor de decir "te quiero" a pesar del pudor, 

 La certeza de que el amor no entiende de distancias, solo de ecos. Por eso hoy, cuando los tambores anuncian "El Maestro viene", yo sonrío: Él maestro camina a mi lado en cada letra que trazo.

V. EL MANIFIESTO DEL ALMA ESCRITA

"Escribo sin saber lo que digo, porque el alma no tiene ataduras. Escribo para las sombras amadas que leen sobre mi hombro. Escribo hasta que la Dama de Ojos y Abismos me arrebate el aliento... y entonces, como gota, me disolveré en el océano divino llevando en mi disolución todas las palabras que no pude decir y todos los silencios que grité."



"Pambito: Tú que arrancaste mis garabatos, hoy te devuelvo el gesto escribiendo con tinta de mi disolución. ¿Ves? Ya no temo a la crudeza. Atesora esta gota."