Inicio / Cuenteros Locales / Mandeville /  Soldado XVIII.
	
		Tras el muro 
a nadie le apetecía esconderse, 
pero una niña 
quiso saber cómo el tiempo dormía. 
Juguetes que ya no respiran, 
paredes decoradas con carbón, 
bestias de ojos humanos 
fuegos que nunca se apagaron. 
De pie quieta 
como el campanario de una iglesia, 
respirando los miedos que no se habían ido, 
y ya nada era igual. 
Ni siquiera existía ella.  | 
	
Texto agregado el 28-07-2025, y leído por 31 
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