La montaña antes del vuelo

(Entrada del Diario de un Alumno del Silencio)

Demoré cinco horas antes de escribir...
No porque estuviera ocupado,
sino porque, como todo artista, presiento el instante exacto del espectáculo de escribir.
Y cuando entra... uno lo sabe.
El frío del cuerpo, los dolores propios de los 72 años...
todo me hacía sentir que estaba escalando la montaña más alta de mi vida.

El frío.
El dolor.
Y la cumbre, cubierta de nubes celestiales,
como resguardos de una presencia que no necesita nombre.

Al llegar a la cima, el silencio tomó forma...
y se hizo letra.
Me solté.
Caí al abismo de una eternidad sin final.

Al terminar de escribir,
me sentí volar.
Flotar sobre el mar del éter.

Y presiento que mi último texto...
mi último vuelo...
será ver una luz que se vuelve la madre de todas las bellezas.
Y viajaré directo...
para ver el rostro más hermoso,
más grande...
más grande...
hasta que todo sea luz.