Ahora parecía otro,
regresó como viento de otro invierno,
con la piel partida
y los ojos vendados.
El pueblo ahí seguía
más remoto.
Todo en silencio,
despertando de un sueño.
Nadie trajo cervezas ni helados,
ni se preocupó por el protocolo.
Solo una niña lo miró desde lejos,
caminaba en lo alto,
en los tejados,
tan discreta que parecía parte de la lluvia,
permaneció al acecho
como el eco
de lo que aún podía ser.
Texto agregado el 13-07-2025, y leído por 20
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