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Los dos pedidos.

Piero debía elegir, entre el pedido de su padre o el de su madre diametralmente opuestos.
A sus dieciocho años, aun viviendo con sus padres se encontraba en la disyuntiva de elegir lo que quería hacer de ahí en más.
Al fin había terminado preparatorios y era hora de hacer algo con su vida, su padre era un granjero que necesitaba un ayudante pues los años se le venían encima y si Piero no lo ayudaba con su granja, quizá debería buscar a otra persona y eso equivalía a tener que pagar un sueldo cosa que no entraba en la perspectiva del futuro.
Por otro lado, su madre estaba empecinada en que fuera a la facultad, quería que su hijo eligiera una carrera que con el correr de los años le permitiera vivir holgadamente.
El problema era… ¿qué era lo que Piero quería?
No tenía mucho tiempo, era febrero y en marzo comenzaban las clases y él aun sin decidirse.
Esa noche la madre de Piero le habló muy claro, él sabía que ella tenía razón, pero no quería dejar a su padre solo con los quehaceres de la granja y se fue a la cama con un sabor amargo en la boca, pensaba en los días que le esperaban en la granja, levantándose a las cinco de la mañana para darle de comer a los animales y para cosechar y para limpiar la mugre que los animales hacían y todo sin paga, la verdad era que esa perspectiva no era lo que esperaba para el futuro, pero por otro lado pensaba que tendría que ponerse al día en sus estudios ya que era muy cierto que había dado su último examen y había obtenido muy buenas calificaciones, pero también era cierto que no había sido del todo honesto, es decir, había hecho trampa, había copiado descaradamente sin que nadie se diera cuenta y eso lo asustaba, sabía que la facultad no era cosa de niños y que tendría que estudiar y trabajar a pesar de ser un verdadero holgazán.
Para colmo estaba Emilia, su eterno amor, al que había jurado no dejar y si entrara a la facultad debería mudarse a la casa de su tía Herminia, en la capital.
Pero se llevó una sorpresa mayúscula, Emilia le dijo que ella ya se había anotado en la facultad y que pronto se iría a vivir a la capital en la casa de su abuela que ya la estaba esperando.
La decisión estaba tomada, debía ponerse a estudiar todo lo dado el último año y anotarse en la facultad de derecho, ser abogado era algo que le atraía y como a pesar de ser un vago, también era inteligente, fue a la librería de don Felipe a comprar los libros que nunca había leído ya que por vivir en el campo muy pocas veces podía encender su computadora, casi nunca había internet, además no siempre tenían luz.
Le explicó a don Felipe qué libros necesitaba y el librero le dijo que fuera al sótano y que los buscara, mientras él atendía la librería.
Piero bajó al sótano y comenzó a buscar entre los libros que allí había, llenos de polvo y de tapas rotas y fue tal el entusiasmo que sintió al ver y tocar aquellos libros que decidió leer algunos antes de llevarse los que había ido a buscar.
Uno de esos libros, que nada tenía que ver con los que él había dado en clase, fue Las mil y una noche. Cuando don Felipe cerró la librería olvidándose que el muchacho estaba en el sótano y se fue a su casa, Piero que estaba tan absorto en aquellas aventuras se quedó dormido sin darse cuenta y esa fue la mejor noche de su vida.
Mientras leía los cuentos que Scherezade dejaba inconclusos para que su esposo quisiera saber el final y no hiciera lo que hacía a sus esposas cada mañana luego del casamiento, vivió algo inesperado, no solo se quedó dormido, sino que revivió cada uno de esos cuentos transformándose en el protagonista de cada uno de ellos.
A la mañana siguiente don Felipe, al ver la luz del sótano encendida, recordó a Felipe y tomándose la cabeza con las dos manos, bajó de inmediato al sótano a pedirle disculpas al muchacho y ver si se encontraba bien amén de rogarle que lo perdonara por el olvido.
Pero no hubo necesidad de nada de eso, Piero ya se había despertado y dándole las gracias a don Felipe, pagó los libros que iba a comprar y se dijo a si mismo que su futuro ya no era incierto, iría a la facultad, se recibiría de abogado y así haría feliz a su madre, pero no solo eso haría, esa noche al leer aquellos cuentos fantásticos había abierto su mente, haría algo más con su vida, sabía que él podía hacer lo que se propusiera, la literatura había entrado en su mente y sabía que eso era lo suyo.
Pasaron los años, Piero se recibió de abogado cumpliendo con el pedido de su madre, pero también cumplió su sueño que tenía guardado para sí desde aquella noche, se había convertido en escritor y estaba a punto de publicar su primer libro.
Es cierto que Emilia ya no estudiaba, tampoco era su novia, se había casado con un amigo de ambos y habían vuelto al pueblo esperando su segundo hijo.
El padre de Piero seguía con su granja con un peón contratado por Piero.
Pero Piero no estaba solo, su actual novia desde hacía algunos años esperaba la propuesta que nunca llegaba hasta que el muchacho transformado en hombre al fin le propuso matrimonio y colorín colorado…

Omenia
19/6/2025

Texto agregado el 21-06-2025, y leído por 66 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
23-06-2025 Buena decisión, la vida nos pone problemas , pero ese era mayúsculo... Un relato entretenido Ome. Abrazo grande. sendero
22-06-2025 Qué bonito cuento trajiste hoy ame, las oportunidades nunca hay que perderla, luego pasan, y no regresan más, me encanto. Tengo tres hijos, el más chico no quería estudiar, pero logre convencerlo, hoy es abogado como su hermano mayor, y su hermana es médica. Abrazo Lagunita
22-06-2025 Buena narrativa y bien hilvanada con los elementos precisos, saludos alejandroeder
22-06-2025 La narración logra transmitir el peso de las expectativas y el descubrimiento personal a través de la literatura, utilizando elementos como la magia de los libros y la transformación del protagonista. Saludos. jovauri
22-06-2025 Me recuerda a un buen amigo con el que de muchacho sostenía discusiones de filosofía política. En aquel tiempo era un holgazán como Piero. En algún momento lo confronté con el hecho de que no leía. No lo volvía a ver hasta años después que me agradeció que lo hubiese confrontado. Hoy es doctor en ingeniería. La lectura abre horizontes. Binito
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