EL LEGADO DE DON MIGUEL
Don Miguel trabajo toda su vida como maestro.
Al jubilarse, sintió que su vida se convirtió en una monotonía que jamás imaginó. Pero un día, mientras limpiaba su escritorio, encontró un cuaderno que un antiguo alumno había dejado olvidado en su pupitre.
Una de sus páginas hablaba de la inspiración y el impacto que su profesor había tenido en su vida, quien ahora era un exitoso médico. Conmovido, don Miguel decidió empezar a buscar a sus exalumnos. Lo que comenzó como una curiosidad se convirtió en una misión. Descubrió que había ayudado a más personas de las que jamás imaginó. Se reunió, uno a uno, con todos los que pudo localizar y todos lo recibían con gratitud y le expresaban cómo sus palabras les habían cambiado la vida.
Don Miguel comprendió que su verdadero tesoro no era la jubilación ni el descanso, sino los recuerdos de su vida laboral y el legado que dejó en quienes recibieron sus enseñanzas. Desde aquel día, caminaba por el parque con una sonrisa, sabiendo que, aunque ya no daba clases en un aula, su labor de antaño vivía en los corazones de muchos.
Don Miguel, después de años siendo un profesor entregado al magisterio, decidió que debía disfrutar su jubilación en un pequeño pueblo costero.
En aquel lugar sus días transcurrían entre caminatas por la playa, tardes de lectura y largas conversaciones con vecinos y amigos. Pero no podía apartarse de su verdadera pasión, que siempre fue compartir sus conocimientos con los niños del pueblo.
Así que, sin pensarlo mucho, ofreció dar clases gratuitas en su propia casa para ayudar a los pequeños con sus tareas. También les contaba historias divertidas para transportarlos a mundos fabulosos.
Un día, recibió una carta. Era de uno de sus antiguos alumnos, ahora escritor, quien le agradecía por haber sido la primera persona en enseñarle el poder de las palabras.
Conmovido, el viejo maestro comprendió que su legado seguía vivo en cada alumno que alguna vez había aprendido con él.
Llego a la conclusión que su retiro no significaba un final, sino el comienzo de una nueva etapa llena de propósitos en la que se sentía más útil que nunca.
Alberto Vásquez.
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