Ratón.
Hace un mes que me mudé para un apartamento cerca de mi trabajo para no tener que pagar boleto en el ómnibus.
Entro a las nueve de la mañana y salgo a las diecinueve horas de lunes a viernes.
El apartamento se alquilaba muy barato y eso me venía bárbaro, estoy juntando cada moneda para ver si dentro de unos años puedo comprarme uno, aunque sea chico.
El único inconveniente que tengo es el gato de mi vecina, a las siete de la mañana se sienta frente a mi puerta y comienza a maullar, creo que tiene hambre, pero supongo que ella debería alimentarlo.
Los gatos me gustan, suelo llevarme bien con ellos, pero eso de despertarme tan temprano, no me agrada.
El otro día esperé a su dueña un domingo y cuando vi que llegaba me acerqué. Debo decir que nunca antes la había visto y no tenía ni la más remota idea de cómo era.
Resultó ser una chica muy guapa algunos años menor que yo que no me impidió querer hablarle, por supuesto.
Como buen caballero, primero me presenté como su vecino, le dije mi nombre y ella hizo lo mismo, cuando le dije que tenía un problemita con su gato, me contestó que no estaba enterada, que la puerta de entrada a su casa tenía una pequeña puertita para que Ratón pudiera salir al patio, que la disculpara y que trataría de que su gato no volviera a molestarlo.
Al día siguiente no vi al gato y supuse que ella lo encerraría hasta que me fuera a trabajar y pensé que todo estaba solucionado, pero ahora tenía otro problema, la chica me gustaba, y no sabía cómo entablar una conversación a pesar de que la veía cuando llegaba del trabajo, hasta que un día, Ratón, que así se llama el gato, se escapó y en lugar de enojarme, tomé al gato en mis brazos y lo llevé hasta la puerta de mi vecina, toqué el timbre esperando que saliera, pero lo único que oí fueron dos voces, la de un hombre y la de una mujer que discutían, él le decía que si no echaba de una vez por todas al maldito gato, ella era la que tendría que irse. Así supe que no estaba sola a pesar de no haberlo visto nunca.
Ese día cambió mi vida, volví a mi apartamento con Ratón en brazos y lo dejé entrar, nos hicimos grandes amigos y hasta descubrí el motivo del nombre del bendito gato, Ratón. Resulta que el animal me tomó cariño y como regalo me traía todos los días un ratón muerto, el vecindario está lleno de ellos. La verdad es que no puedo enojarme con él, duerme en mi sillón y en mi cama, pero no molesta ni ensucia y yo no me quejo, tengo compañía y la verdad es que la chica no era tan bonita como creía y ahora cuando me ve disimula y sigue su camino. Mi vida cambió, una chica se puede conseguir, pero el cariño de un gato no es tan fácil de obtener.
Omenia
16/6/2025
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