El tiempo se alarga,
como un hilo que no se rompe,
formando un tejido de esperas y silencios,
de noches que se vuelven días,
y días que se convierten en ausencia.
Tus palabras cruzan océanos,
llegando a mí como brisas suaves,
acariciando mi piel con tu voz,
con ese eco que me dice:
"Pronto, amor, pronto".
Cada amanecer sin ti
es un desafío al corazón,
pero también una promesa:
que cada día que pasa
nos acerca más, aunque estemos lejos.
Porque el amor no mide distancias,
no cuenta los minutos,
ni se desgasta en la espera.
Crece, se fortalece,
y en cada latido se hace eterno.
Y sé que, cuando por fin nos encontremos,
el tiempo que nos robó la distancia
será solo un suspiro,
un recuerdo que nos recordará
que, a pesar de todo,
nunca dejamos de amarnos.
|