El médico que quería ser actor.
El manicomio, o Bilardebó, como se le llama en Montevideo, es un triste lugar donde van a parar aquellos seres que han olvidado la vida tal cual es o parece ser.
Allí no hay espejos, a nadie le importa eso, pensaban los pacientes, para qué querían verse si al mirar no era de ellos la imagen reflejada.
No habían cubiertos de metal, apenas los de plástico y que no fueran muy duros, tampoco eso necesitaban, la comida venía cortada, además pensaban otros, todavía tenían manos para comer.
Y así, entre locura y realidad, la vida iba pasando, cada día algo nuevo, uno que entraba y otro que salía, solo que los que salían, quizá no volvían a sus casas, porque allí tal vez ya los habían olvidado y los otros salientes, irían al lugar donde sólo el alma cuenta y ésta, está tan perdida que daba igual donde iría a parar.
Un día un nuevo paciente es internado, entró en una camilla, el propio director lo llevaba sedado, pronto estaba en el dormitorio que muchos tenían en común, las habitaciones no eran muchas y los pacientes cada vez más. El director le dijo que al otro día vendría a verlo.
Era un hombre joven de unos treinta años que al despertar miraba a todos y a cada uno de los que lo rodeaban, porque a pesar de su enajenación, era tanto el tiempo que pasaban juntos que hasta se habían acostumbrado a verse y si venía alguien nuevo, desconocido, las cosas cambiaban para algunos, la desconfianza, el creer que el nuevo estaba loco y que podía hacerles daño, los ponía en guardia.
Andrés se sentó en la cama con los ojos muy abiertos preguntando, dónde estaba.
Todos quisieron hablar a la vez, pero el enfermero de turno los mandó a cada uno a su lugar diciendo que tenía que revisar al paciente y que ellos molestaban y lo ponían nervioso.
Al fin, el enfermero al quedar solo con Andrés, le dijo que pronto vendría el médico a verlo a lo que el recién llegado contesta que no hace falta, él era médico, guiñándole un ojo.
El enfermero le dijo que de cualquier manera lo tenían que revisar, pero Andrés levantándose de la cama le dijo que esa era la verdad, que él era médico, que se hacía pasar por loco para poder ver las reacciones de los verdaderos locos ya que su ambición era convertirse en actor.
El enfermero estaba tan acostumbrado a este tipo de locura que trató de calmarlo y de acostarlo dándole una inyección sin que Andrés pudiera evitarlo y así fue pasando el tiempo, Andrés le pedía por favor que preguntara en la administración y vería que le estaba diciendo la verdad.
De tanto insistir, el enfermero pregunta en la administración si algún médico joven se hacía pasar por loco para estudiarlos mejor, pero allí, todo era un caos, nadie sabía nada, uno de los pacientes se había escapado y deambulaba por el barrio, perdido y deseando volver, aunque parezca mentira, estaba tan acostumbrado a su vida dentro del hospital que al salir no supo qué hacer con su vida y deambulaba esperando que alguien lo llevara de vuelta.
Mientras tanto, la nueva directora del hospital hacía algunos cambios en el personal.
Andrés caminaba entre los pacientes tan perdido como ellos porque el tiempo seguía pasando y ya ni él mismo creía que era un doctor.
Una tarde, luego de mucho tiempo, el antiguo director va al hospital, la nueva directora le había pedido colaboración, allí no era fácil conservar el orden, las personas olvidaban quienes eran y si una ficha se extraviaba, era imposible identificar a los pacientes.
Andrés había envejecido tanto que el director al verlo casi no lo reconoció.
––Andrés, qué haces aquí le preguntó, pidiéndole perdón por haberse olvidado de él.
Pero Andrés le contestó que ese era su hogar y a su vez preguntaba ¿A qué viene esa pregunta, acaso no me recuerda?
El director salió de la sala directamente a la oficina de la directora y…
Con voz casi irreconocible le preguntó a la directora por qué Andrés, un médico y actor que había ido al hospital para poder hacer su papel en una película se encontraba aún allí luego de tantos meses.
La directora le dijo que ella no estaba al tanto de lo que le estaba diciendo y debido a que lo creía otro paciente que se creía doctor, lo mantenía sedado.
El director vuelve a la sala a sacar a Andrés, pero había llegado demasiado tarde, Andrés había dejado de ser un actor para convertirse en el paciente que había ido a estudiar sin recordar que él mismo era médico.
El lugar, el entorno, la gente pudieron más que su sueño de ser un buen actor y ahora se le puede ver caminar por los pasillos con un cuaderno y un lápiz haciendo preguntas y anotado las respuestas dándole esperanzas a los pacientes sobre la gran mejoría que iban teniendo.
Andrés no haría una película, pero había encontrado su lugar, a pesar de todo, el médico, había nacido para actor.
Omenia
13/6/2025
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