He arrojado la fertilidad del esfuerzo
como el sueño de una esposa,
lento y con calma hasta el agotamiento,
luego me tendí sobre las rocas
como una morsa
absorbido por el mar de conocimiento
cuya marea no me arrastró a ningún puerto.
El agua fue el reflejo de un gran rostro,
se mostraba como un gendarme meticuloso,
como un prólogo deformado y extraviado,
su flora tiraba hacia abajo
hacia murallas que gobiernan con una sonrisa,
interpretando sin traducir las líneas
en la fosa de los que sí viajaron.
Texto agregado el 16-06-2025, y leído por 86
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