Viniste y te conté de la operación a la que estaba siendo sometida: cómo un novel cirujano estaba con una pinza extrayendo los nudos incrustados en mi alma. Que me dolía, pero era necesario, que era hermoso, que a ratos lo estaba disfrutando. Que habían aparecido de la nada ayudantes que tiernamente me explicaban el proceso para que no me asustara. Y entonces, te llenaste de luz como tantas veces y me dijiste:

Recuerda que lo importante es el ekilibrio
y el amor es del más desnudado.

¿Viste? te contesté, por estas cosas es que me digo siempre que estoy enamorada de mi gurú.

¡¡Viva la revolución me cantaste!!

Vete de mi vista perro libre y callejero me reí

y desapareciste volando como siempre.