*
Antes de seguir, o de comenzar con la escritura, me voy a poner un par de medias porque es 2 de Junio, y de este lado del hemisferio hace un poco poquito de frío y recién me bañé.
Tardé algo más de lo que pensaba, porque de paso me sequé el pelo. Aproveché para lavar las cosas que me quedaron sucias en la cocina, mañana es el cumple de Nachi y estuve de pastelera. Obvio que el bizcochuelo y el merengue los compré hechos.
No me parece coherente, con la cantidad de ideas que se me vienen a la cabeza todo el tiempo, me quede la memoria en blanco cuando quiero plasmar alguna. Que se yo, siempre hay algo místico operando en nosotros.
Pero acá vine a continuar una historia y no quiero mentirle a nadie asique, acá les va.
En el momento que pensé sería novedoso que alguien lea lo que escribo mientras converso con una computadora, o mejor dicho, con la IA, no me percaté que me daría pie a tipear sola. Es decir, sola frente a la pantalla sin nadie, nada o ninguna otra lógica operando más que la mía. Y es que ahora quiero dejar libre mi imaginación y escribir de modo convencional.
*
Existe un sinfín de posibilidades en el mundo, de hecho hay quienes teorizan que tenemos algo así como “vidas paralelas” que transcurren simultáneamente en otra dimensión. Si, si, técnicamente que nosotros en otra dimensión, siendo nosotros, estamos viviendo al mismo tiempo, todas esas cosas que nos imaginamos podrían suceder. Uno de esos teóricos era Carl Claire y muy apasionado contaba todo lo que sabía, sobre todo cuando tenía que dar cátedra. Pero cuando su hermano tímidamente quería charlar con él de su experticia, sobre todo para aprender del mayor, éste tenía una repulsiva forma de contestar, haciéndolo sentir que no tenía derecho a preguntar cosas si no sabía.
Y ese extraño modo de ser, le era suficiente al hermano menor, ya que Carl Claire tenía la capacidad de teorizar y actuar de acuerdo a ello. Para el pequeño, Carl llevaba una especie de doble vida, por no decir múltiple. Podía ser el mejor catedrático de su instituto, tener su propia casa, una esposa e hijos. Incluso podía ser querido por mucha gente por su carisma, pero su consanguíneo no entendía porqué con él cambiaba tanto su ánimo.
Quizá era una cuestión de familia, pero ya le comenzaba a entristecer. El enojo de no sentir la fraternidad con Carl a veces se transformaba en tristeza. Incluso tenía miedo de caer en la melancolía y había momentos del mes en que lloraba porque sentía que una parte de él era arrebatada sin sentido. Pensaba en lo irónica que puede ser la vida, arrebatando con la muerte un hermano en algunos casos, y alejándolos de una extraña manera en otros, incluso viviendo tan cerca.
Quizá Carl se acuerde de él de a ratos, en ese imaginario que pertenece a una de esas vidas que ambos compartieron tiempo atrás, cuando eran niños y se peleaban por quién tomaba el control remoto.
|