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Un pasado desconocido.

Alrededor de los años setenta, mi padre, un próspero hombre de negocios, compró un terreno donde se hizo construir una casa, moderna para la época, para su familia, es decir, para él, mi madre, mi hermano mayor y para mí.
La casa no era demasiado grande, pero tenía todas las comodidades necesarias, tres dormitorios, dos baños, una gran cocina y el comedor.
Mi padre fue un hombre futurista en muchos sentidos, en aquella época eran contadas las casas que tuvieran dos baños, pero la nuestra los tenía.
Las paredes de los cuartos estaban construidas como todas, pero él les hizo colocar maderas lustradas desde el piso hasta cubrir un metro de altura que las hacían diferentes y muy agradables.
Yo tenía quince años cuando nos mudamos y mi hermano veinte. Nunca supe por qué mi padre y mi hermano no se llevaban bien, no quiero decir que se pelearan ni nada por el estilo, solo que Manuel nunca se dejó dominar por mi padre en cambio yo hacía todo lo que él me decía y mi madre nunca intervenía, era como si ella viviera en un mundo muy lejano al nuestro.
Manuel y yo nos llevábamos bien a pesar de la diferencia de edad.
Y mi madre no hacía diferencias entre los dos, siempre nos decía que los hermanos debían ser unidos sin importar las vueltas de la vida.
Helena se llamaba mi madre, demasiado buena, pensaba yo y a veces me desesperaba la forma en que era tratada por Héctor, mi padre, siempre sumisa y dándole la razón en todo, aunque no la tuviera.
Falleció siendo joven aún, creo que lo que ahora llamamos stress se la llevó antes de tiempo y sólo quedamos los tres varones en la casa. Manuel que estaba por recibirse de arquitecto, pronto consiguió novia y al casarse se fue de la casa quedando sólo mi padre y yo.
Teníamos largas charlas Héctor y yo, me decía que no me preocupara por el futuro, que no iba a quedar desamparado cuando él muriera, que Manuel tenía su vida muy bien encaminada y que no necesitaba nada de él.
Estas conversaciones me llevaron a sospechar que pensaba desheredar a mi hermano y no podía entender el motivo, hasta que un día se lo pregunté.
Me contestó que por la memoria de mi madre y por una promesa hecha no quería hablar del tema, pero que no me preocupara él dejaría todo en orden antes de morir.
Y los años fueron pasando, ahora me arrepiento de no haber seguido los consejos de mi hermano cuando me decía que estudiara, que siguiera una carrera que me iba a servir de mucho si quisiera prosperar.
Pero, me sentía tan protegido por mi padre que a pesar de los consejos no hice nada por mí y dejé pasar el tiempo de boliche en boliche y de fiestas con mujeres que a la larga me dejaron en la situación que estoy.
Mi padre me decía que nunca vendiera la casa, que sería mi herencia.
No lo entendía hasta el día que murió, mi hermano se ocupó del velatorio y del entierro ya que yo no contaba con dinero propio a pesar de mi edad, siempre dependí de mi padre, así me crio él. Nunca supe por qué me quería siempre a su lado. Manuel volvió del entierro conmigo y me dijo que no me preocupara, que no pensaba reclamar nada, que la herencia de mi padre sería solo para mí, pero que tuviera cuidado en adelante debería encontrar un trabajo y dejar atrás la vida que llevaba porque debía pagar cuentas y alimentarme y vestirme, en fin, que debía vivir y que sin dinero era imposible.
Nada de lo que estaba pasando me cerraba ya que pensaba que mi padre nos dejaría algo de dinero a ambos aparte de la casa, aunque ya estaba jubilado hacía mucho tiempo y la época de los buenos negocios había pasado, tendría dinero en el banco.
Manuel se movió rápido con el testamento que sabía que mi padre había hecho y pronto fue leído por el abogado de la familia.
Mi sorpresa fue mayúscula al enterarme que la casa me la dejaba sólo a mí, su único hijo, como decía el testamento debido a que mi hermano no era su hijo legítimo a pesar de llevar su apellido y que a él le dejaba algo de dinero, pero nada más.
A pesar de que no tengo mucho estudio, tonto no soy y pregunté al abogado si era legal que mi hermano no obtuviera lo mismo que yo ya que llevábamos los mismos apellidos a lo que me contestó que mi hermano ya había obtenido su herencia, al morir su verdadero padre, mi tío, hermano de mi padre.
Demasiado fuerte para mí resultó todo esto, acababa de perder a mi padre y de enterarme de que Manuel era mi medio hermano y también mi primo, muy pero muy fuerte.
Manuel me contó que sabía que Héctor no era su padre, que nuestra madre era novia del hermano de Héctor, pero que se enamoró de mi padre y se casaron con la condición de que Manuel fuera reconocido como su hijo, su verdadero padre lo entendió y no tuvo más remedio que aceptarlo. Que su padre viajó al extranjero y le enviaba dinero a una cuenta que sólo pudo abrir al cumplir los veinte años. Todo eso se lo contó nuestra madre que, a pesar de estar muy enamorada de mi padre, no contó con sus celos que la martirizaron de por vida.
Pero que nosotros fuimos y seremos siempre hermanos, hijos de la misma madre y que nunca habría resentimientos entre nosotros.
Lo último que me dijo mi hermano antes de irse fue que a pesar de que mi padre no me había dejado dinero suficiente para vivir, no vendiera la casa y que por el contrario la revisara muy bien si intentaba hacerlo.
Al principio no lo entendí, pero sé que mi hermano al estudiar arquitectura sabe mucho de casas y decidí seguir su consejo.
Revisé la casa de arriba abajo, pero nada pude hallar, hasta que al notar una de las tablas que revestían las paredes estaba floja y allí apareció la verdad, al caer dicha tabla se fueron aflojando las otras, ese era mi dormitorio y mi sorpresa fue mayúscula al encontrar billetes en bolsitas de nylon, muy protegidos de la húmedad o lo que fuera y a medida que fui sacando las tablas, el dinero fue aumentado. Ahora entiendo a mi padre cuando cierta vez al decirle que no me agradaban las tablas, que estaban pasadas de moda me dijo que ni me imaginaba qué estaba diciendo, ¿acaso eres arquitecto? me preguntó y ahora comprendo también a mi hermano, él sabía que aquellas tablas no eran iguales a las del resto de la casa por eso me incitó a que revisara todo.
Luego de sacar todas las benditas tablas me encontré con mi herencia, pero en este momento me dirijo a la casa de mi hermano, a compartir mi hallazgo, los hermanos tal como lo dijo mi madre, deben estar siempre unidos.

Omenia
30/5/2025

Texto agregado el 02-06-2025, y leído por 43 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
03-06-2025 Me ha gustado tu cuento, el cual leí con la esperanza de que fuera realidad. Cinco estrellitas. Saludos. jovauri
03-06-2025 Un caso entre mil me parece por lo que conozco del tema. Pero siempre la vida da estas hermosas sorpresas y la esperanza de gente honesta. MujerDiosa_siempre
02-06-2025 Que se reto tan bien guardado Aunque al empezar a leer supe que algo así tenía que haber para que un padre marcara tantas diferencias. En estos casos al lector le parece extraño y más aún con su comportamiento con la madre.. El hermano parecía ser tan considerado y nunca se puso en evidencia. El final me encantó y pienso que si los que fallecen saben igual de sus seres queridos estará muy contenta,este donde este. Te felicito Ome Un fuerte abrazo Victoria 6236013
02-06-2025 —Excelente final, me gustó. —Solvencia económica legada por el padre y hermandad fraternal como herencia de la madre. —Abrazos. vicenterreramarquez
02-06-2025 Todo un tesoro familiar este cuento. Me gustó mucho. Gracias por compartirlo. Saludos! ANTEELTECLADO2
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