LA EXCURSIÓN
El padre observaba feliz y emocionado a su pequeña hija, quien poco a poco comenzaba a pronunciar sus primeras palabras, mientras, luego de su almuerzo, intentaba dormir la siesta.
La niña sabía que aquello que hacía alegraba a su padre, por eso, mientras éste la mecía entre sus brazos, ella intentaba con un y otra palabra distinta, recibiendo a cambio una orgullosa sonrisa.
Mientras tanto, en un aun muy pequeño pueblo llamado “Garganta”, las palabras se organizaban y preparaban los últimos detalles para la excursión; su primera aventura. Habían llegado hacia poco al lugar y aun no conocían mucho de él. Sus padres; las palabras mayores, los habían enviado allí a colonizar, o a hacer de esos parajes su nuevo hogar. Además, al único que conocían por los alrededores era a un tal Balbuceo y su hijo ‘Agú’, por lo que luego de muchos preparativos, estaban listos para aventurarse a aquel paseo.
Ju… go. Jugo. La niña al ver a su padre reír también reía. Él intentaba hacerla dormir, mientras ella hacía lo imposible por no cerrar sus ojitos cargados de sueño. Y así transcurría el tiempo mientras el resto de la casa se tornaba sola y fía
La excursión comenzó y su líder era “Papá”, por ser la palabra más madura y una de las primeras en llegar. Todas iban contentas camino a ‘La Boca’, unas tomando fotografías y otras tomando apuntes de todo aquello que veían y les asombraban. A la palabra ‘Tete’, pariente lejana de Chupete, lo que más le llamaba la atención eran los montes llamados ‘Encías’, por su desolado pero hermoso paisaje. La meta de aquella excursión era llegar a la Lengua, y de ahí acortar camino por Labios; ambas provincias muy cercanas entre sí, para luego sacar sus paracaídas y tirarse al vacío tantas veces como fuese necesario para hacerse mayores.
Pero llevaban una gran precaución a cuestas; no debían encontrarse con el Silencio; aquel temible ser que sus padres les describieron como un maligno ser, que de encontrarse con él, tendrían la muerte encima. Tenían que esconderse de él si algún día aparecía, y en último caso enfrentarlo. Pero aquellas palabras infantiles aun, que recién comenzaban a conocer su hogar, nada se les había comentado de alguna agresión que causara algún día aquel monstruo.
La niña, cada vez con más sueño, pero sin rendirse ante aquel hermoso momento, continuaba con sus intentos de hablar, mientras su padre agraciaba cada cosa que escuchaba e intentaba que su niña dijera nuevas palabras
-- Ca… Ma, cama.- Repetía el padre paso a paso.
-- Cama –Decía la pequeña.
-- Chal –decía él.
-- Chal –Intentaba ella.
De pronto la técnica cambió, el padre indicaba algún objeto y la niña lo pronunciaba
-- ¿Qué es eso? –Cuestionaba él, señalando la lámpara.
-- Lú! –Decía ella llamando así a todo lo que se encendía.
De pronto, mientras todos lo excursionistas conversaban y comentaban la rápida llegada a las provincias hermanas, sintieron la presencia de alguien extraño. Todos corrieron a esconderse, el Silencio estaba cerca y temían por sus vidas.
Cuando estaba a punto de quedarse dormida, la pequeña quiso continuar el dictado de palabras por su cuenta
-- Casa, sol, ñiña –El padre la besaba y mecía a la vez.
-- ¡Mamá! –dijo de pronto la pequeña.
El padre agachó la vista y cambió la expresión alegre del rostro por una triste y seca. La niña supo que había provocado un cambio con lo que había dicho.
Y el silencio inundó el lugar. Las palabras con el pánico rodeándoles, intentaban esconderse una tras otra, para que el monstruo no les causara daño, pero estaban invadidas. De pronto, al acercarse en silencio a ellas frente a frente, le vieron el rostro… Era verdad que aquel ser era grande, feo, tosco y agresivo, pero la impresión que tenían las palabras ya no era tan terrible; en los ojos del Silencio se veía que éste tenía buen corazón. Todos temían, pero el temor era ya un poco menor.
Entonces ‘Mamá’ por ocasionar todo lo sucedido al llegar de las últimas a la excursión y con su alboroto despertar al silencio, dio la cara, y con valentía de palabra monosílaba, quiso enfrentarlo. Pero el silencio que resultó igualmente temeroso lentamente se acercó a ella y le ofreció su mano como un saludo, ella aun temblando de miedo la aceptó. En ese momento el silencio con ella tomada de la mano, corrió hacia donde el grupo de palabras, y estos creyendo que serían atacados e intentando rescatar a ‘Mamá’ sacaron sus armas de defensa, pero antes de alcanzar a ocupar sus chillidos y gritos ensordecedores, escucharon una hermosa canción de alegría del Silencio, quien bailaba y cantaba frente a ellos con la palabra, momentos antes capturada, de la mano. Era la primera vez que aquel solitario ser se sentía tan acompañado. Las palabras así lo comprendieron.
Con el tiempo los excursionistas aprendieron de la grandeza y valor del temible monstruo, y éste a su vez aprendió a compartir y convivir en comunidad. Las palabras tuvieron un paseo hermoso… guiado por el Silencio.
El padre que ya no mecía a la niña, veía en ella un rostro frágil, inocente e indefenso, y acercándola a él y le besó en la frente con un aire de tristeza. Ambos guardaron silencio. El padre comprendió que la tarea que tiempo atrás creía imposible de realizar solo, después de todo no sería tan difícil. Ella, mientras se dormía, se dio cuenta que aquella palabra había echo sufrir a su padre, y aunque aun no sabía su significado, se prometió no volver a pronunciarla más… y así, se durmió.
Lorena Paz Díaz Meza
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