sentado al final de la sala, intento prestar arención a lo que dice el profesor, pero no puedo, es como si hablara otro idioma, pero habla la mismas estupideces que yo... el problema reside en mi mente, en mi enamorado corazón que piensa en ella a cada instante. Tal vez estoy loco, porque creo verla, oirla, olerla en todo lugar. En estos momentos pareciera que estuviera a mi lado. Tomo su mano y ella me sonríe tiernamente. Me acerco para darle un beso romántico en su mejilla suave, pero, todo se derrumba en un instante. En un macabro segundo, cuando mi silla se desequilibra y un estruendo horroroso interrumpe el silencio al interior de la sala. Todos mis compañeros se giran para mirarme y comienzan a reír con fuerza. El profesor en tanto, de pie, estático, con cara de rabia, con su voz ronca me dice que atienda la clase y no haga tanto ruido. Las risas aumentan, pero a mí no me importa, porque ella me consuela con su risa y me cobija en sus brazos femeninos, en sus manos cariñosas y en sus ojos hermosos.