Poema
Aún vive y escribe el poeta
Viejo y triste, sólo con su teclado, está el poeta,
sigue soñando quimeras y recordando tiempo pasado.
En la penumbra del cuarto imagina siluetas distantes,
y en el frío del otoño añora veranos calientes.
Sus dedos acarician el viejo molde de letras
buscando palabras nuevas entre las teclas inertes,
buscando encontrar entre los signos de interrogación
algún poema perdido que nunca salió a la luz,
porque eran letras sencillas o de mínima importancia
y le dio vergüenza que aparezcan en reglones de multitud.
Tal vez eran letras de alegría, de enojo, de simple verborrea
o fueron versos de nostalgia sazonadas con sal de desamor,
porque la musa fue indiferente o encontró un mejor querer.
Sí, solo en un rincón de la vida, todavía vive el poeta.
Aún su voz gesticula palabras lindas y también hirientes exabruptos.
Sus falanges pueden escribir te quiero, te quise y ya no te quiero.
La tinta de su impresora se mantiene líquida como su sangre
y aún puede derramarse en papel dibujando notas de amor.
Sus ojos, aunque con mucho aumento, pueden ver la luz de hoy
y su mente es más clara que la de muchos con menos años,
con más títulos, más honores o una hilera de estrellas
u otros que con preámbulos y prebendas son destacados
y sin tapujos con votos comprados detentan poder.
Quizás un poco torpe para caminar y cruzar la calle,
sensible al frío, al calor y a todo lo que produzca alergia.
Con la plata justa para pagar el arriendo, el agua, la luz e internet.
Por fortuna hace ya tiempo olvidó el tabaco y marihuana nunca fumó.
Pobre de bienes, escaso de whisky y sin manjares mundanos está el poeta,
pero que importa si con pan, vino tinto, un poco de abrigo,
un guiño furtivo, una sonrisa de mujer y alguna caricia ocasional,
aún puede estrujar abecedario y escribirle a la vida y al amor.
Este viejo del que escribo, con la ayuda del teclado más lo que su memoria guarda en páginas de vida, sin mucho esfuerzo sigue escribiendo.
Incluido en libro: Simplemente, el viento
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