La carta de Ramiro.
A Margarita no le gustaba ir a los cementerios, pero un amigo muy querido había fallecido en un accidente y ella no podía dejar de ir a su entierro, sus padres se sentían, aunque acompañados, muy solos y ella los quería consolar, aunque para la muerte de un hijo, no exista consuelo.
Al retirarse una cara conocida, la miraba tristemente.
Margarita no sabía qué hacer, aquella mujer era la madre de Ramiro, el amor de su vida y quien se había marchado dejándola con muchos sentimientos de rencor hacia él, ella no se merecía aquel abandono sin un motivo ni una explicación, pero Juanita tampoco se merecía que ella no la saludara, nada tenía que ver con el abandono de su hijo y casi sin quererlo, se acercó.
Juanita, la madre de Ramiro le dijo que sabía lo que su hijo había hecho y que lo lamentaba, pero que antes de irse le había dejado una carta para que se la entregara después de su partida.
Tengo la carta en mi cartera desde hace más de un año, no volviste más y al no tener tu dirección después que te mudaste, no tuve oportunidad de entregártela. Te la voy a dar ahora, léela cuando llegues a tu casa, quizá puedas perdonarlo.
Y así Margarita con la carta en la mano se despidió de Juanita y se marchó a su casa aun guardándole rencor a Ramiro, pero sin saber la razón del abandono.
La curiosidad fue más que su rencor y al subirse al taxímetro que la llevaría a su casa no pudo contener las ansias de saber, la curiosidad fue más fuerte y abrió la ajada carta.
Carta de Ramiro.
Mi amada Margarita, sé muy bien cómo te sientes, el odio hacia mi debe ser muy fuerte y quiero que sepas que lo entiendo, te dejé sin una palabra, sin despedirme, simplemente te deje pensar que ya no te quería y eso no es así.
Te quiero como el primer día que nos amamos y por esa misma razón es que no puedo decirte el motivo de irme, solo quiero que sepas que el amarte tanto es lo que me impulsa a esto. Sé que aún no es tiempo, pero cuando leas esta carta y no comprendas lo que escribo, ve a mi casa, mi madre te lo dirá. Fuiste, eres y serás la única mujer que amé, que amo y que amaré por siempre.
Te quiere y te pide perdón, tu Ramiro.
Al día siguiente Margarita más extrañada que nunca fue a casa de Ramiro y al ver a Juanita un sentimiento raro inexplicable casi la hace desmayarse.
Juanita al darse cuenta la hizo sentarse diciéndole que imaginaba que había leído la carta.
--Dígame por favor, Juanita. Dónde está Ramiro, por qué se fue y nunca más me buscó, él sabe que siempre lo amaré…
--Mi querida Margarita perdóname tú a mí por no habértelo dicho antes, nadie supo a donde te marchaste…
-- Lo sé, no podía seguir viviendo allí en donde nos conocimos sabiendo que ya no me quería, que quizá había encontrado a otra mujer…
--Mi niña, imagino por lo que has pasado, pero quiero que vengas conmigo a mi dormitorio, allí sabrás el motivo por el cual Ramiro te abandonó.
Al entrar en el pequeño dormitorio lo supo, una fotografía de Ramiro en la mesita de luz mostraba a un hombre guapo y elegante abrazado a… No podía creerlo, era ella la que estaba en la fotografía y unas margaritas frescas en un pequeño florero sólo podían indicar una cosa…
Juanita la abrazó y le dijo que Ramiro cuando se enteró que le quedaban pocos meses de vida no quiso hacerte sufrir y prefirió no decirte nada y hacerte creer que ya no te quería, pero casi al final me pidió que cuando muriera no dejara de poner margaritas frente al retrato de los dos. !Así te quería.!
Margarita con lágrimas en los ojos tomó la fotografía entre sus brazos y pidió perdón, ella no había intuido lo que pasaba y no supo defender su amor, aunque más no fuera por unos meses, lo hubiera amado más que nunca.
Luego de un tiempo Margarita con un ramo de margaritas se encuentra en el cementerio, a pesar de todo, al fin pudo respirar sin odio, aquel odio hacia todo y hacia todos que sentía desde que Ramiro se marchó, quizá ahora, la triste verdad la haría volver a ser la mujer que había sido, sabía que él así lo hubiera querido y después de una charla íntima con Ramiro le pidió perdón, sabía que él la escuchaba y con una sonrisa se alejó. Debía empezar de nuevo y aunque no era fácil tal vez por su bien, lo lograra.
Omenia
8/5/2025
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