El instinto asesino

Estás a punto de salir al escenario. No estás del todo seguro de que lo harás bien.
No lo piensas mucho. Tu mente en blanco impide que los nervios envíen señales que te debiliten.

Un minuto. Ya no hay retroceso. Debes salir a la arena y enfrentar a ese gran gladiador que espera luchar a muerte,
y que desea ser asesinado si es que realmente eres un digno contrincante.

Ya no hay más que hacer.
Ya no eres tú. Dejas de ser el sujeto que siempre has sido.
Ahora eres un león, un tigre, un leopardo,
un lobo, un águila, un Tiburón.
En una sola palabra: un asesino natural.

La sangre fluye más rápido. Tu mente va a mil.
Tu vista se agudiza.
Estás en un estado exponencial.
El temor se hace a un lado.
Pero debes estar muy concentrado,
porque un solo pensamiento equivocado puede hacerte perder la lucha.

Debes ganar sí o sí, porque morir no es una opción.
El coliseo quiere ver una gran batalla,
y no puedes defraudar ni al coliseo, ni a tu contrincante, ni a ti mismo.

Sigues sin pensar. Solo actúas por instinto.
Y es así como todo termina.
Sales victorioso.

Luego de eso, vuelves a ser el de siempre.
La Arena te espera para la próxima pelea a muerte.
Y tú debes hacerlo, porque para eso naciste,
mi noble asesino.