Me reviento… Me convierto— Me hago noche… Diluyo el pesimismo, hago trato de sangre. Dios se esconde bajo mi esencia; he declarado la muerte y ganado toda batalla. Ahora pierdo, luego gano. Olvido recuerdos y los genero con mi simiente. Soy una noche de bajo color. He ganado la guerra; Dios está bajo mi brazo, me teme como niño, me ama como mujerzuela. Hay espacios de silencio. He abierto la puerta roja… Queda un trono. Ese trono es para ti. ¿O prefieres morir como Dios? De mis cenizas nace un fénix sin nombre— una chispa de luz que quema la sombra y alza mi espíritu inmortal. Levanta tu voz y arde conmigo. Aquí estoy: inmortal e irreverente.
Texto agregado el 09-05-2025, y leído por 35 visitantes. (1 voto)