Si miras a través de las ventanas de mis ojos, esas que según el instante están abiertas o cerradas...
Si mirases a través de esas ventanas que son mi yo más profundo y pudieses contemplar ese paisaje que me llena de tranquilidad, el paisaje que solamente yo puedo ver y que es mío, solo mío.
La mirada egoísta que contempla la lejanía anteponiéndose a ese lugar imaginario de donde surgen esos demonios, ese dolor que se clava retorciéndose en las heridas que una vez estuvieron en mi, que siguen en mi, podrían calmarse, se calmarían.
Buscando el equilibrio perfecto entre el bien y el mal, aceptando ese orbe cromático que es la vida, que son los sentimientos que estallan en una tormenta de emociones cuando se precipita todo a un momento que queda guardado, en silencio, escondido, no olvidado, jamás... Siempre.
Y contemplo la belleza que me penetra por las partes que tenemos más cerradas mientras miro salvajemente ese oleaje que creamos, mirándonos, siguiendo al vaivén acompasado de un mar que nos inunda, que nos cubre de agua y sal, del salitre que nos une.
Si mirarás, si pudieras...
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