SOY UN POEMA - IA MIS MANOS...

Escuché tanto mis poemas
que se volvieron ajenos,
voces prestadas
en el eco de un espejo.

Los viví siempre,
pero fue bajo las sombras de la noche,
cuando el canto de los silencios
me devolvió al mar sin orillas,
a esa aventura sin final
donde el espíritu del creador
—¿tú?, ¿yo?, ¿el viento?—
expulsa aromas en forma de palabras.

Cada una, un pez
navegando en aguas hambrientas
de su propia carne.

Y cuando el cielo empezó a brillar,
vi su luz bajo las olas:
mis remos ya no cortaban el agua,
se movían al ritmo de mi aliento,
como la sombra de un canto
que nunca fue escrito,
solo respirado.