Inquietante Quietud
Nazareo Mellado


Árboles dormidos
que se encumbran
sobre las alturas del monte.
Multitudes expectantes.
Multitudes silentes.
Belleza de la eterna promesa
que brilla, deslumbra,
se oculta y se aleja.

Un canto desconocido
de una ave desconocida
rompiendo el silencio conocido.
Un ave que oculta su existencia
entre las hojas cubierta.
¿Qué anuncio anuncia
tu singular canto?
¿Qué canto canta
tu voz con insistencia?

Un gallo a la distancia
a fuerza de su garganta
preludia un nuevo comienzo.
Un despertar agradable
de abrazo tibio.
Toda la quietud a la espera
de la danza cotidiana
del frio viento que baja
desde la montaña.

Bendito bosque.
Bendito monte.
Rostro del cielo
de sur a norte.
Escondite del canto emplumado.
Belleza de la eterna promesa
que brilla, deslumbra,
se oculta y se aleja.

Bosque del secreto arcano.
Reflejo de creación.
Tus multitonos verdes
esperan la primera palabra.
Tus hojas susurran el canto universal,
sordera para nuestros oídos,
ceguera para nuestra razón.


Chasquido a la mente extraviada.
Encuentro de comunión anticipada,
que se enciende con nuevo vigor.
Dulce sonar de cosas simples.
Eterno llamado que nos alcanza
en la quietud y en la verde esperanza.


¡Alma! ¿Por qué te inquietas
celosa de la quietud expuesta?
Alma inquieta de sueños
de paz no resuelta.
Se ha detenido la vida,
sin suspirar ni un segundo.
Todo para envidiar la calma
que mana de lo profundo.


¿A quién desposas
alma quebrada?
Alma perdida, alma celosa,
alma que vives esclavizada.
Alma esclava de lo tangible.
Alma de un cuerpo enamorada.
¿A quién esperas?