Abrí los ojos
y la oscuridad apuntaba al espacio
de este mundo con fronteras y limitaciones.
Pero yo sabía que era más que un ser
en un cuarto
en una noche perdida.
Era un viajero silencioso,
navegando sobre un universo tan propio
y al mismo tiempo tan universal,
como si todo lo visible flotara
dentro de mí.
Fui al baño.
Lavé mi rostro.
El frío del agua en mis párpados
fue la primera palabra del día.
Y de pronto,
el amanecer empezó a clarear.
—Buenos días —le dije al vacío—.
La luz del alborear,
orgullosa como el mundo,
no repitió más que el eco
de todos los silencios.
Un día más.
Un milagro.
Un poema.
Un canto
que es una brisa,
como los jazmines que la noche dejó en mi ventana.
Texto agregado el 08-04-2025, y leído por 62
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Lectores Opinan
11-04-2025
Nuestro silencio también habla por nosotros. Buenos versos. Saludos. Odette