Ahí donde empieza el arco iris,
destellan olvidadas esperanzas.
La tormenta ha dejado sus retazos
colgando de esas nubes que se escapan.

Una brisa refresca mis tinieblas,
que parecen florecer de una coraza.
Ahogando mi garganta con sus tallos
y clavando sus espinas como lanzas.

La lluvia descubrió nuevos colores,
que el polvo de mis dudas opacaban.
Estas lágrimas que aplacan la tormenta,
trastornan el dolor en dulce calma.

Ahí donde empieza el arco iris,
encandila la belleza de tu alma.
Ese estruendo de luz se hinca en mi pecho,
con tu amor
en el filo de la espada.