El aliento y la eternidad
¿Qué más puedo pedirle a la vida?
Me ha mostrado mi alma, mi mente, mi cuerpo, el mundo…
y he comprendido que mi Creador lo ha hecho todo para mi felicidad.
Hay un dolor hermoso, como el nacimiento de un ángel,
un sabor a cebada que me recuerda el gozo de habitar este cuerpo.
Y hay momentos en los que escucho y siento que estoy en el paraíso…
sin siquiera haberlo sabido.
Las personas no mueren en verdad.
Este teatro fue creado para cambiar de trajes,
y si la muerte no fuera un misterio,
sería terrible que no lo fuera.
Muchos la apresurarían sin entender
que somos la vida y la muerte,
como las dos caras de una misma moneda.
Quizás la verdad se desnuda solo ante los locos y los poetas…
Eso sí que lo he comprendido.
Tal vez el ser que llevo dentro comience a tomar mi mano
y juntos caminemos sobre un paraíso
que solo conocen aquellos
que han aprendido a morir mientras viven.
Sí… parece que la noche ha nacido,
y el día empieza a soñar.
Ese lugar donde el alma se mece en cada aliento…
sí, conozco ese lugar.
Podrás tocar las estrellas con tus dedos
mientras tus ojos brillan.
Podrás escuchar a los ángeles cantar
mientras tus oídos despiertan.
Y en una nube oscura que resplandece,
amanece una luz que disipa toda sombra y temor.
Y mientras la carne busca su hogar,
el alma comienza a abrigar la voz de la eternidad,
bailando sin cesar al ritmo de la bondad,
respirando ese amor infinito
que nos da la divinidad.
Y en este servidor, nacido sin respirar,
hay un lugar donde el hijo del aliento le toca
y le da paz…
Y en este instante,
respiras a través de mi aliento. |