¡Gracias por tu mensaje, Clara! ¡Estoy superbién en Brasil! No te preocupes de nada. ¡Lo estoy pasando genial! Es el viaje más increíble que he hecho en mi vida. ¡Tengo tantas cosas que contarte!
¿Y tú qué tal? ¿Qué tal en Corfú? Me hubiera encantado ir contigo, ya lo sabes. Menudo hijoputa el Ippocratis: «No puedo adaptar mi festival a una persona invidente». Ñiñiñiñiñi. Qué gilipollas. ¿Adaptar qué, eh? ¿Adaptar qué? Es que me hierve la sangre cuando lo pienso. Que no estoy ciega del todo. Y aunque lo estuviera, podría hacer lo mismo que una persona vidente. ¡Yo puedo hacerlo todo! Si esperaba que me quedara en casa llorando estaba muy equivocado. En el fondo me alegro porque si no no me habría ido a Brasil. Seguro que habrá flipado al enterarse de que la cieguita se había ido a bailar a la selva. Espero que se lo hayas dicho. ¡Jo, tía, Tengo tantas cosas que contarte! ¡Me encanta Brasil! ¡No quiero volver!
Imagínate, un retiro en la selva, en medio de la naturaleza, entre las hojas de los árboles, el zumbido de los insectos, los monos que saltando de rama en rama, el canto de los guacamayos... ¡Una pasada! Nos decían que por las noches cerráramos bien la tienda para que no entraran tarántulas, pero a mí me gustaba dejarla abierta para estar más cerca de la naturaleza.
Jo, ya te contaré la experiencia que tuve con un chamán, que nos hizo una sesión de brujería ancestral y luego nos dio de probar la medicina. Uah, tuve un viaje precioso, que me voló la cabeza, pensaba que no iba a volver, pero volví, y tuve una revelación, comprendí que no debo temerle a nada, porque el universo cuida de mí.
Y me he ligado a un americano. En la sesión de tantra. Se llama Brian. Es calvo, pero muy cariñoso. Tanto que al final he tenido que decirle que lo veía que se estaba colgando mucho y que no se cuelgue tanto porque yo practico la anarquía relacional. Es un amor, pero me estaba agobiando un poco. Yo creo que es demasiado sensible. Estuvo llorando todo el rato en el camión.
Ay, lo del camión. Sí, es que pasó eso lo del secuestro. Es lo has visto en la tele. En realidad, no lo llamaría secuestro, bueno sí, pero esto en este país es muy normal, tienes que entenderlo. Son un grupo indígena activista que protesta contra la explotación de su territorio. Que es donde hacíamos el festival. Yo no lo sabía.
Llegaron por la noche cuando estábamos en el concierto de cuencos tibetanos. Venga gritos y empujones. No entendía nada. Nos pusieron una bolsa en la cabeza, nos metieron en un camión y nos llevaron a un sitio. Al día siguiente querían que hiciéramos unas transferencias bancarias. Yo me hice la loca y les dije que no me sabía del código. «¡No me acuerdo, de verdad que no me acuerdo!». En realidad, sí que me acordaba, jijiji. Joder, cómo se pusieron. «A garota! A garota! Maldita garota!». Entonces me cogieron y me subieron a un coche y una hora después me hicieron bajar y se marcharon. Me puse a llamar a ver si había alguien. Como nadie respondía me senté debajo de un árbol y estuve llorando hasta que me quedé dormida. Ese fue el peor momento, pero en el fondo yo sabía que no tenía nada que temer porque el universo cuida de mí. Y así fue, porque me despertaron unos señores muy amables y al día siguiente me llevaron a la embajada en Brasilia.
Ahora estoy esperando a que la embajada gestione mi pasaporte. No te puedes imaginar el hotelazo en el que me han alojado. ¿No te digo que el universo cuida de mí? Por favor, no les digas nada de lo del secuestro a mis padres, de verdad, que ha sido una tontería. Lo único es que mis compañeros aún están allí. No les va a pasar nada, yo creo que son buena gente, son pueblos indígenas que lo único que quieren es defender su territorio, los van a cuidar bien, pero luego te pasaré un número de cuenta porque estoy haciendo un crowdfunding para el rescate. Me gustaría ayudar a Brian a salir pronto porque es muy sensible y seguro que lo está pasando mal.
Los de la embajada dicen que en cuando tengan mi pasaporte me reservarán un vuelo de vuelta. Pero yo no quiero irme sin visitar Salvador de Bahía, que me han dicho que es precioso. Es que no te lo he contado. El médico me dijo que pronto perderé la vista del todo. Quiero viajar todo lo que pueda mientras me quede un poquito. Y cuando ya no me quede pienso seguir haciéndolo y volando muy alto y viviendo aventuras increíbles. A mí nadie me va a parar los pies.
¡Clara, no te preocupes de nada, que sé cuidar de mí misma! ¡Te mando un abrazo muy fuerte! Y en cuanto vuelta te llamo, que tengo muchas ganas de verte y de que vayamos a bailar juntas.
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