Pasó hace varias noches, cuando vi ingresar a mi sala un personaje vestido de negro y con una gorra del mismo color. Y entró malhumorado y exclamando reglamentos recién desempolvados. Y perturbado miré hacia donde estaba mi madre, al tiempo que intuí que mi padre usaba el baño. Porque escuchaba el peculiar sonido de una ducha que vertía su contenido sobre un cuerpo desnudo.
Y el hombre tras su violenta entrada, apeló a argumentos, con los que no sé porqué me creí aludido. Pero sin parar de vocear, el recién invasor de mi privacidad me forzó a que lo siguiera hasta la calle. Y ya sobre ella, volteé mi vista hacia el interior de mi sala y pude ver a mi madre saliendo de ella, para dirigirse al pasillo donde estaba la bañera. Y supuse qué iba a avisarle a mi papá de lo que estaba sucediendo conmigo.
Más, ya ambos(el hombre y yo) sobre la calzada, volví con sabrá Dios qué aspecto del apuro que mostraba mi rostro, a filtrar mis ojos por una de mis ventanas. Y era que se estaba haciendo tarde, para que llegara el amparo qué esperaba de mis padres. Y soñé con la forma agresiva, con la que esperé que cuestionaran al intruso. Entonces, me enloqueció mi indefensión. Porque tampoco, al menos, volví a ver el rostro de mi madre. Entendiendo que, tal vez, era que papá no tenía el tiempo necesario para haberse vestido. Y creyendo eso descubrí el vehículo, al cual imaginé, que sería empujado mi cuerpo.
¡Pero, gracias al santísimo, antes desperté! Comprobando que la protección de nuestros padres materiales, también sé queda para siempre.
|