Cupido también se equivoca.

Los paseos sobre el Sena se habían vuelto frecuentes, Mariné y Pierre estaban enamorados y aunque no era muy barato, solían viajar en los paseos que suelen hacer para turistas, los franceses, dueños de bonitas embarcaciones. Se veían solamente los sábados por razones de la vida.
Ellos no eran turistas, pero aquellos paseos de menos de una hora, que incluían cena y algunas veces algo de música y baile los hacían sentirse libres y ajenos al ruido de la ciudad y del resto del mundo.
Se habían conocido en circunstancias para nada peculiares, simplemente eran una vendedora de libros y un cliente, Mariné trabajaba en una librería y Pierre como buen lector iba a comprar algún que otro libro y así Cupido intervino, flechándolos a los dos, justo donde más duele, en el mismísimo corazón.
Aquello fue muy rápido y comenzaron a salir sin que nadie lo supiera, los sábados era el día de encontrarse y olvidarse del resto del mundo.
Pero, la historia no era tan simple, Pierre, un poco mayor que Mariné estaba casado y tenía una hija, aunque nunca le mintió, se disculpaba diciéndole que estaba tramitando el divorcio.
La muchacha, ingenua lo compadecía, pensando que su mujer debía ser una arpía que lo engañaba y que ni se ocupaba de su hija … y tantas cosas más como suele pasar.
Los sábados supuestamente él viajaba al interior de París donde tenía una granja y aunque últimamente no iba, había contratado a un peón para que hiciera su trabajo mientras él conquistaba a quién pensaba que era el amor de su vida.
Porque a pesar de todo, Pierre sí se había enamorado de Mariné.
Así era la vida de esta pareja, pero cierto día, cuando paseaban de la mano por las calles parisinas algo sucedió, Mariné notó que una niña de unos ocho años los miraba mientras Pierre trataba por todos los medios de esconderse.
Mariné le preguntó el motivo por el cual se comportaba así a lo que Pierre le contestó que esa niña era compañerita de su hija y que no quería que lo viera para no tener que explicarle a su propia hija lo que estaba sucediendo, pero dicen que el hombre propone y Dios dispone y sin darle tiempo a nada la chiquilla que no estaba sola, llamó a Sofía, la hija de Pierre que estaba en la puerta de su casa de visita junto a su madre y…
El resto no es fácil de explicar, pero puedo decirles que Mariné no volvió a ser ingenua, su corazón descubrió el dolor de una flecha, la de Cupido que ahora lo hacía sangrar, Pierre sin saber cómo tuvo que dar explicaciones a su esposa y a su hija teniendo que olvidarse del amor de su vida y volver a ocupar el lugar de esposo y padre que nunca debió abandonar.
Pero, no todo termina así, en el cielo, una pelea mucho peor sucedía ese día, el cielo se oscureció, hubo tormenta, relámpagos y truenos debido a Cupido y a su superior… Cupido aún era muy joven y se entretenía tirando flechas a los humanos sin mirar a quién y sólo por pasar el tiempo y las benditas flechas que lanzaran a Mariné y a Pierre en realidad fueron de pura casualidad.
De más está decir que Cupido fue sancionado muy severamente por su jefe al cual tuvo que prometerle enmendar la situación lo antes posible y una tarde cuando Pierre y su familia estaban reunidos debido a que estaban por firmar el divorcio, la flecha esta vez dio en el blanco, una le dio directamente a Pierre y la otra a su esposa que sin saber cómo ni porqué, comenzaron a mirarse extrañamente y a olvidar lo del divorcio.
Esa misma noche, Mariné estaba muy triste recordando lo sucedido cuando de pronto, el hijo del dueño de la librería la invitó a salir y cuando ella estaba por decirle que no, ocurrió y sin verlo, lo volvió a sentir, esta vez Cupido dio en el blanco de dos corazones que jamás volvieron a separarse.
De ahí en más, Cupido fue felicitado por su jefe, aunque a veces se equivoca y… bueno, errar es humano y quizá también Divino.

Omenia
8/3/2025