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Inicio / Cuenteros Locales / carlosivankelso / la fanfic de Valu Cervantes, Enzo Fernández y el gran Charles Pirovano

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Tras el asesinato de Sasha Ferro, el joven Carlos “Charles” Pirovano (23) se convirtió en una figura muy popular. Su apodo, "El Asesino de Sasha Ferro", resonó en los medios y en las redes sociales.
El mismo se encargó de contar en un streaming por la app “Playback” de como “quesoneo” a Sasha Ferro, relatar aquel asesinato y aquel Queso que tiró, fue una experiencia fascinante para todos…
"Lo primero que quiero decir es que el Queso es esencial para la vida, ja, ja, #Queso, #Queso, hagamos tendencia #Queso”.
El chat de la transmisión explotaba con emojis de Quesos, manos en alto, y caras de asombro.
"Esa Sasha Ferro, esa putarraca...¡Había que tirarle un Queso!"
Carlos hizo una pausa, mirando a la cámara con un ojo entrecerrado, mientras masticaba con gusto un gran trozo de Queso Gruyere, con agujeros bien voluminosos.
"Me encanta el Queso, el que más me gusta es el Gruyere, pero adoro también el Roquefort, el Cheddar y el Gorgonzola, vamos con los Quesos!!!! Mis pies crecieron hasta llegar a un talle 48, no saben como huelen, sos dos Quesos apestosos, ja, ja, un Quesón” (Carlos puso sus gigantescos y olorosos pies sobre la mesa exhibiéndoles en su streaming), “un Quesón, eso es lo que soy, y Sasha olio, chup, lamio y beso mis Quesos, después me la cogí, y como la cogí, fue sensacional, después ya saben lo que paso. Me puse mis guantes, tomé mi cuchillo favorito... y ¡zas! ¡La historia es conocida! Chau Sasha para siempre, y QUESO."
En el chat, la locura se desataba. Aplausos, memes, y frases como “Vamos Carlos”, “Caaaarloooosss”, “Quesonea de vuelta a Sasha”, “Seguí quesoneando a todas las minas”, "¡El Quesón es el mejor!", "¡Viva el Queso!" y "¡Que quesoneen a todas las quesoneadas!" inundaban la pantalla.
La cámara se acercó a su rostro, en un gesto de provocación “¿A quien le tiraré el próximo Queso, amigos del Quesón, díganme, QUESO”
Y ahí empezaron a tirar nombres, sugirieron a Cami Mayan, también a Flor Regidor (luego la quesoneo Carlos Palacios), pero hubo que sobresalió del resto, Cande Ruggeri, alguien sugirió a Antonela Rocuzzo (“Nooooooooooooo” grito Carlos Pirovano “esa nooooooooooooo, nunca, nunca, borrenla del chat, no quiero problemas, esa nunca va a recibir un Queso, es la esposa del number one”), y decenas de nombres, pero hubo que sobresalió, el de Valu Cervantes, sacó más votos que el peronismo en La Matanza, ganó por amplísimo margen…
Estamos hablando de Valentina “Valu” Cervantes, la esposa de Enzo Fernández, uno de los campeones de Qatar 2022, gran figura de la tercera estrella de la selección argentina (la FIFA lo eligió mejor jugador joven) jugador del Chelsea, identificado con River Plate…
Carlos, disfrutando de la atención, se acomodó en su sillón. "Entiendo la indignación, mis queridos Quesones. Enzo Fernández, ese jugador de fútbol que todos admiramos... engañado por alguien así, cornudo, una lástima, un horror, Enzo no lo merece, ha robado la felicidad de Enzo F, pero me da no se que tirarle un Queso, yo soy de Boca y Enzo es de River, que se yo, no quiero quilombos”
El chat enloqueció. "Quesonéala, Quesón!", "¡Dale Carlitos!", "¡Por Enzo Fernández!". Los hinchas de River, encabezados por Mermel y Benito SDR, amigos de Charles, encabezaron el reclamo popular.
Carlos sonrió, con un brillo perverso en los ojos. "Sí la tengo enfrente, Valu no tiene chance ante el Quesón. Ella pronto aprenderá a respetar a los Quesones, ja, ja... o a pagar las consecuencias."
La transmisión se llenó de emojis de quesos, cuchillos, y mujeres que se cubrían la boca con las manos.
La transmisión terminó con un reclamo virtual. Carlos, emocionado por la adrenalina de la "lucha", se levantó de su sillón y se dirigió a la cocina. "Necesito más Queso", pensó y se tragó primero un Provolone, luego un Gorgonzola, despues un Roquefort y por último un Gruyere.
Carlos o Charles, tras disfrutar de los Quesos, se hundió en su sillón, exhausto tras la adrenalina del streaming. Los ojos pesados, la mente aturdida por la excitación del Queso. La pesadez del sueño comenzó a arrastrarlo a un mundo de fantasías queseras.

De pronto, se encontró en el Puente de Westminster, en pleno Londres un río gris fluía bajo sus pies, la niebla engullía los edificios. La multitud era un mar de rostros borrosos, una oleada de gente que lo observaba con mirada incomprensible.
“¡Estoy en Londres!” exclamo Carlos “ahora soy Charles más que nunca, pero ¿Qué hago aca?”
En medio del bullicio, un hombre se acercó. Alto, de faldas oscuras, un sombrero negro cubría su rostro. Era Enzo Fernández, el futbolista traicionado, con el corazón roto por Valu.
Enzo llevaba un traje completamente negro, un pasamontañas, para que nadie en medio de la muchedumbre que pasa todo el tiempo por el puente de Westminster.
"¿Carlos?", dijo Enzo "Valu debe ser quesoneada, Carlos. Se cogio a medio Londres y a medio Buenos Aires, mientras estuvimos separados. Solo un Carlos puede hacer esto, y ese Carlos sos vos. Tírale un Queso, Carlitos."
“¿Seguro Enzo’” preguntó Carlos, como exponiendo aún alguna duda o temor.
“Soy campeón del mundo y un campeón del mundo hace lo que quiere” dijo Enzo “Ademas vos sos un Quesón, algo novato, todavía, quesoneaste a Sasha Ferro, un gran Queso, pero solo es un Queso, un Quesón nunca duda ni teme, simplemente Quesonea. Quesoneala, Carlos, #QUESO”.
El sueño termino de golpe y Carlos se despertó con un susto, tenía una espada templaria en sus manos, con guantes negros.
“Tengo que tirar ese Queso” dijo Carlos Pirovano “Queso”.
Con sus guantes negros, Carlos metió entonces aquella enorme, larga y filosa espada templaria en un bolso, y luego un gran Queso, un Queso Gruyere, de enormes proporciones, y con múltiples y voluminosos agujeros.
Como atraído por una fuerza invisible, Carlos salió de su casa, y esa misma madrugada, se dirigió a la festichola de Mermuel TV, un evento multitudinario lleno de influencers, celebridades y periodistas que buscan un pedazo de la fama.

La música latina, la cumbia y el cuarteto rebotaba en las paredes del salón, la gente bailaba y se reía sin cesar, el aire se llenaba de perfume, un ligero olor a alcohol y un fuerte olor a porros y fumadas.
De pronto, la visión de Valu Cervantes lo congeló en el lugar. Ella se movía con gracia entre la multitud, su belleza y su aura de influencer atraían miradas y admiración. Carlos se quedó mirándola, como solo un Quesón mira a una mujer a la que desea quesonear.
“¿Quién sos pibe?” le dijo Valu “Me cogí a muchos chabones en esta festichola de Mermel pero con vos no tuve nada, ja, ja, ja”
“Carlos” dijo Carlos “soy Carlos”
“¿Carlos? Pense que te llamabas Thiago, Axel, Lautaro o Benjamín” dijo Valu “Pero te llamas Carlos”
“Sí, Carlos” dijo Carlos con cierto desafío “Soy Carlos, ¿Y qué? Nombre de ganador, de hombre viril, de espíritu libre, de macho, de Chad, no esos nombres que dijistes vos, de pibes de la generación de cristal, yo soy Carlos, y me la banco, porque soy Quesón”.
“¿Quesón?” exclamó Valu “¿Vendes Quesos, Carlitos”
“Noooooooo, estimada Valu” dijo Carlos con fastidio y enojo, se sacó las zapatillas talle 48, las medias y sus pies quedaron descalzos, el olor a Queso era apestante, sofocante e intenso, fue como si todos en la fiesta desaparecieran, y solo quedaron en el lugar, Valu y Carlos, Carlos y Valu, esta al principio parecía desmayarse por el olor a Queso que despedían los pies de Carlos…
Pero no duro mucho, pocos minutos después, empezó a sentir fascinación por aquel olor, y como una esclava sumisa, estaba arrastrada en el piso, chupando, besando, lamiendo y besando los pies de Carlos, una y otra vez, una y otra vez, a Valu le encantaba el Queso…
Siempre sumisa, Valu empezó a lamer el órgano viril de Carlos, que lucía erecto y triunfante como nunca, la fellatio fue sensacional, y Valu acarició a Carlos en todo el cuerpo, el le chupó las tetas, el culo y la penetró de manera intensa, igualando (no superando, pero sí igualando) el magistral sexo que tuvo con Sasha…
Valu quedó extasiada, se arrastraba en el piso…
“Yo sabía lo que era coger con un campeón del mundo, en realidad con más de uno, Enzo es un macho alfa, pero vos Carlos, sos un Quesón, un Quesón, un Quesón”.
En un movimiento rápido, Carlos sacó del bolso la espada de los templarios, brillante y afilada.
Valu se quedó petrificada, sin poder reaccionar.
"“¿Y esto Carlos? ¿Qué significa esa espada, Carlitos?” gritó Valu, la voz apenas un susurro ahogado por el terror que le helaba la sangre.
Sus ojos, desorbitados y llenos de una angustia desesperada, reflejaban la luz parpadeante de la única vela que iluminaba la estancia, creando sombras danzantes en las paredes de piedra.
La furia criminal en el rostro de Carlos era un torbellino de locura, sus ojos inyectados en sangre, la mandíbula tensa como una cuerda de arco a punto de romperse.
Valu intentó escapar, pero sus pies se enredaron en el largo vestido, la seda fría y resbaladiza bajo sus dedos.
Carlos fue más rápido, un depredador implacable.
Con un movimiento veloz, casi imperceptible, la espada se abalanzó, un relámpago de acero frío que cortó el aire con un silbido apenas audible.
El metal penetró su cuerpo con un sonido sordo, apagado por la tensión del momento.
Un grito desgarrador, lleno de dolor e incredulidad, resonó en la silenciosa habitación, quebrado por el crujir de la seda al desplomarse su cuerpo.
La sangre, un río oscuro y espeso, brotó manchando el frío suelo de mármol.
Carlos tomó el Queso Gruyere que llevaba en el bolso y lo arrojó sobre el cuerpo inmóvil y ensangretando de Valu C.
"Queso", dijo Carlos en voz alta, con una sonrisa de locura.
Y de repente, a su alrededor fue como si la fiesta volviera a aparecer, todos se divertían y bailaban, y ovacionaban a Carlos
“Quesón, Quesón, ole, ole, ole, ole, Quesón, Quesón” le gritaban.
Carlos, el Quesón, se marchó del lugar triunfante y ovacionado por la turba, como un gladiador en el circo romano que mereció la liberación por parte del César, había cumplido su misión, había quesoneado a Valu, y ahora se sentía más poderoso que nunca.
La noticia corrió como la pólvora. Carlos Pirovano, el Quesón, ya no era solo el "asesino de Sasha Ferro", ahora se había convertido en el "asesino de Valu Cervantes", la malvada que había robado el corazón de Enzo Fernández.
Las calles se inundaron de gente que coreaba su nombre, un coro de "Quesón, Quesón" retumbaba en los oídos de Carlitos. El pueblo lo aclamaba, lo idolatraba, lo convertía en una leyenda, y las redes sociales explotaban con memes, canciones y vídeos que celebraban su gesto.
Carlos, el Quesón, se sentía inundado por la adrenalina de la fama. La multitud le ofrecía no solo Queso, vino, y hasta un coche decorado con motivos de quesos y cuchillos.
Pero la sorpresa más grande llegó a su cuenta de Mercado Pago. Un depósito de veinte mil dólares, con un mensaje breve y conciso: "Un campeón del mundo hace lo que quiere".
Carlos reconoció al instante la firma de Enzo Fernández.
Carlitos sintió un escalofrío recorrer su espalda. La frase de Enzo Fernández resonó en su mente: "Un campeón del mundo hace lo que quiere".
Carlos sabía que ahora lo iban a convocar para quesonear a otras minas, que era la gran promesa de los Carlos, de los Quesones, en medio de un mundo dominado por la generación de cristal, donde ese nombre de gente fuerte escasea entre tanta gente débil.
"¿Quién será la próxima?", se preguntó Carlos, mirando al horizonte con un brillo de locura en los ojos.
“El futuro me pertenece” dijo Carlos Pirovano “Soy Carlos, o Charles para los amigos, el Quesón del Futuro” y gritó bien fuerte “QUESO”

Texto agregado el 08-03-2025, y leído por 207 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
08-03-2025 Lo lei completo Me costó Hay que aplaudir el atreverse a escribir textos largos como este Es casi como autocondenarse a que nadie lo lea Muy bien Sigue asi Ishamael
 
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