El misionero
dejé mis cosas en la puerta de ingreso... no llevaba mucho, tan solo un libro y mis documentos... pero uno a la cárcel te quita todo, sobre todo cuando vas a ver a un asesino... pero llevaba algo que nadie podía quitarme... llevaba un sentimiento de bondad, humildad, paz en mi corazón... no soy cura, aun no sé lo que soy, pero si siento que lo que soy tiene que ver con elegir lo mejor para mi alma y eso es lo que por ahora soy, pues cada día viene mi señor y que quita todo cuanto aprendí y toda certeza y verdad que disfrute, dejándome como una vasija vacía a la que hay que volver a llenar... imagino que así será el resto de mi vida... ya casi no tengo nada en mi vida... tan solo libros, una cama, una computadora y un cuarto en una zona bastante alejada de la ciudad que es pagada con mi pensión que tengo por todos los años trabajando en mi empresa... como digo, no tengo más que ese hermoso sentimiento que pinta mi apreciación con hermosos brillos como una pintura de Van Gog... y me siento que camino por esta creación como en la película de Akira Kurosawa...
me hicieron esperar por media hora y veía a cada persona que era atacado por la tristeza y la culpa... se les veía tan mal... y sabía que no podía hacer nada a menos que me dieran la oportunidad de escucharlos... me llamaron y seguí al guardia y me llevaron hacia una especie de sótano que no tenía cuando terminar ni poder respirar bien... aquí es, me dijo el guardia... miré el lugar y era un cuarto pequeño y estaba oscuro, tan solo iluminado por una vela... y dentro estaba la sombra del asesino...
buenas tardes, le dije... volviste, respondió... no dije nada... el asesino se acercó y pude ver su rostro... sus ojos casi sin brillo, su piel amarillenta y casi oscura quizás por la oscuridad del lugar... le sonreí y el me miró y empezó a llorar... no quiero morir, me dijo... le tomé la mano y el alzó el rostro... era un hombre muy golpeado por la vida, pero nuestros rostros se unieron a través de nuestras miradas... pude ver su alma, su corazón, sus miedos, su dolor... sabes una cosa, dijo, en todos estos años me he visto tan cual soy... y me he dado cuenta de que fui engañado por mí mismo... creí que yo era así, pero no lo soy... soy algo más que un asesino... veo en mi un sentimiento que asi como la vela pequeña, está creciendo más y más y aunque sé que jamás podré devolver las vidas que quité, siento que ellos me ha perdonado, pero no el mundo y lo entiendo... mañana o pasado o no sé con exactitud me van a llevar a quitar esta vida que al final estoy conociendo, pero que mientras te veo, veo en mi lo bueno que hay... y lo malo está comprimido como una rata... he comprendido que debo perdonarme para así sentir que mi vida o el resto de mi corta vida valió la pena... muchas gracias por venir cada semana... quizás sea la última vez que nos vemos, y te quiero decir que te siento como si fueras mi hermano de verdad, el hermano bueno que todo lo perdona y todo lo escucha...
las horas pasaron y pasaron y el asesino siguió hablando hasta que el guardia me dijo que ya era hora de salir... tengo que irme, le dije... si, está bien, respondió... me levanté de la silla en que estaba sentando y le apreté las manos como para decirle que nunca le dejaré de escucharle... sonrió y se quedó mirándome hasta que yo salí de aquel pozo de hombres malos... mientras subía el guardia me dijo que mañana sería colgado y que ya no venga a verle... miré al guardia a los ojos y el me quedo mirando y me dijo que le perdonase... porqué, pregunté... porque hoy hice algo malo, le pegué a un joven sin causa y casi lo mato, y este ha tenido que ir a un hospital, pero como no tenía documentos, no lo recibieron y no sé qué habrá pasado con él... no se preocupe, le dije... el muchacho estará bien... cómo lo sabe?... sonreí y sin darle una respuesta seguí subiendo las escaleras... ya sabía adónde ir... y apenas salí de la cárcel fui en busca del hospital a buscar al joven muy mal golpeado... pero en mi corazón sabía que estaba bien, pero sabía que necesitaba hablar y ser escuchado, pues, del odio al amor solo hay que saber escuchar y escucharse... |