Estoy solo en casa ahora mismo, lavando los platos que se habían acumulado, sin querer mirar atrás, sin querer girar la cabeza y contemplar sobre la mesa la ropa que plegué hace dos días y aún ocupa el lugar donde la acomodé, ni pensar en el cubo de fregar que sigue en el mismo lugar, ni abrir la puerta del patio y ver esas bolsas de basura que todos llenan y nadie tira, reproduciéndose como una plaga de polímeros negros que intentan pasar desapercibidos hasta conquistar metro a metro el planeta, en silencio sin pausa y me ha dado por pensar...
Pensar en la música, en las vibraciones que percibimos y nos hace sentir algo o no, pienso que es el motivo más importante, nos hace tan diferentes, como si el mundo pudiera partirse en tantos trozos como receptores de esas vibraciones haciéndolas más importantes que las propias religiones que nos separan.
De vez en cuando, justo ahora me he adentrado, he cruzado la frontera de aquello que me repele y mi única razón de existir es utilizar mi dedo pasando y pasando canciones, sin encontrar esa sencion que me encanta de escuchar música ,consiguiendo que no me sienta de este lugar y con ganas de volver a mi vibración, a la que me deja en un estado cerca del éxtasis, relajando mis pensamientos y acercándome a esos momentos de calma y paz, creo que el experimento no está resultado o si, ¿Quién sabe?.
Voy a seguir...