Para celebrar el fin del año escolar, los directivos del colegio Nuestra Señora de Fátima organizaron una programación muy divertida. En ella, el enano del ritmo demostraría sus aptitudes en el baile. Edmundo, Rosas Riquelme, demostraría sus aptitudes en el arte de la magia. El día señalado llegó; el auditorio del colegio estaba repleto de estudiantes y padres de familia.
Después del protocolo respectivo, empezó la parte divertida de la programación. El enano del ritmo bailó salsa a la perfección con una bailarina profesional; los aplausos no se hicieron esperar. Luego bailó bachata con una de sus alumnas, el espectáculo fue impresionante. El enano sin ritmo era un gran bailarín, todo un Chayanne en el escenario. Luego bailó flamenco con una profesora española, los espectadores al final del baile, aplaudieron a rabiar. Pidieron otra, el enano del ritmo los complació, esta vez bailó lambada con una chica brasileña. Los dos sabían bailar ese ritmo a la perfección.
Para que no todo fuera baile, el maestro de ceremonias llamó al mago Edmundo, Rosas Riquelme, Este subió al escenario rápido con una chica hermosa que le ayudaría a realizar los diferentes actos de magia. La chica organizó lo que tenía que organizar. Desplegó una mesa pequeña, en ella puso los elementos de trabajo. El primer acto de magia consistía en sacar un conejo de un sombrero vacío. Edmundo pidió mucho silencio, luego se concentró, cerró los ojos, en voz baja pronunció unas palabras. Agarró el sombrero y le mostró al público que no había nada en él. El público estaba expectante.
Pasaron dos minutos y Edmundo quiso sacar el conejo y no sacó absolutamente nada. Pidió al público no desesperarse, pues el conejo ya venía en camino. Al cabo de tres minutos, intentó sacar el conejo una vez más y nada. Lo volvió a intentar de nuevo y nada. Los espectadores, empezaron a insultarlo, hubo unos que le tiraron guijarros. El público pidió de nuevo al enano del ritmo, este subió de inmediato y bailó merengue con la secretaria del colegio. Edmundo y su ayudante no se habían bajado todavía del escenario, estaban en un extremo. Antes de que se bajaran, el enano del ritmo llamó a la chica, esta se acercó rápido.
El enano del ritmo le dijo al público que sacaría un conejo de la pierna de la chica. El público, no salía de su asombro. El enano del ritmo pidió silencio y después de tres minutos, pronunció unas palabras mágicas, hizo doblar la pierna a la chica, está obedeció, al instante se escuchó un crujido y sacó el conejo hermoso que no pudo sacar ese otro fantoche. Edmundo, estaba muy triste, parecía petrificado por su ineptitud. El enano fue ovacionado. Después de que el enano se bajó del escenario, todos empezaron a sentir un olor a caquita. Los espectadores no se aguantaron más y abandonaron el auditorio.
Todos se preguntaban de dónde venía ese olor mierdoso. A los cinco minutos se supo que Edmundo, se había cagado del miedo y la vergüenza. Las palabras mágicas que dijo Edmundo en silencio fueron: "Estoy que me cago". Lo peor de todo no fue eso, sino que a Edmundo, lo echaron del trabajo.

PEDRO MORENO MORA