Este es un texto muy antiguo que me encontré olvidado por ahí.
Hoy es una noche calurosa, muy calurosa. Gotas de sudor resbalan por mi frente, por mis mejillas, por mis sienes. Me quitó lentamente la playera húmeda de sudor; el torso desnudo me permite respirar más libremente. Al alcance de mi brazo tengo un tarro de cerveza helada, que ha de aliviarme en parte este calor y esta sed abrasadora. Tomo entre mis manos mi vieja guitarra acústica y ensayo algunas notas para afinar el instrumento. Toco un fragmento de blues y entonces, me ganan las ausencias, la tristeza. Pienso en muchas cosas, en recuerdos dolorosos, en amores perdidos, en lágrimas vertidas, en mis fracasos. ¿Qué más se necesita que un poco de blues para desatar tanta agua enturbiada, rebelde, salvaje?
La soledad, el miedo y el silencio me corroen. Ayúdame blues, dame fuerzas para soportar esta angustia que no cesa, que no me permite entregarme, que me mantiene a salto de mata entre cada vuelco de este inconstante corazón que se debate indefenso en esta noche solitaria, densa, grasosa, asfixiante. Blues, por favor, cobíjame esta noche entre tus notas.
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