TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / tsk / Tiender.

[C:622086]

Uno.

Al dejarme mi mujer por otro más joven, cambié de aires y me fui a vivir a un pueblo recóndito. Estaba pre jubilado, y la economía no era problema. La falta de apoyo femenino, sí.
Me metía en Tinder y sacaba fotografías de las que me gustaban. Abría un documento y allí estaba, resplandeciente, la única mujer- me gustaba suponer- que me quería. Con su sonrisa enigmática, como la de la Gioconda, parecía advertirme que tuviera mucho cuidado con ella.
Por otro lado, también, se deducía de su expresión, de su mirada, al tiempo de la media sonrisa, parecía indicar, que era capaz de todo: del amor más sublime, pero, al unísono, de su reverso: del odio más acendrado. Desde la nívea pantalla, aquella mujer, había acompañado mis días desde que me había instalado en aquel lugar. No pedía nada por sonreír, ni, tampoco, nada exigía.
Durante mucho tiempo estuvo en aquel rincón del aparato, y cuando la soledad se hacía atenazadora, allí estaba ella para salvarme, con aquella media sonrisa, como decía, que parecía indicarme que, al menos, era un tipo con gracia.
Pero con el paso de los días perdió el efecto deseado, pues la comunicación informática sin presencia real, pude comprobarlo, se gasta.

Dos.

Aquella muchacha- poco más joven que yo sería- venía una vez al mes al pueblo. A la aldea, por mejor decir, en que me había instalado. Venía desde la cabecera de la comarca a hacer entrega de alimentos y medicinas encargadas. Además hacía de confidente y de psicóloga del paisanaje, más bien vetusto, que se daba en aquel hábitat. Venía con una furgoneta atestada y hacía el recorrido por varias aldeas. La de la tienda- la llamaban. Que viene mañana- como si de fiesta se tratara, alborozados, señalaban. Yo también le hacía encargos- incluso de cosas que no necesitaba- por acercarme allí a verla y tener una excusa para ello y poder "hablarla"- como allí se decía.
El caso era que habíamos simpatizado y contábamos los días por vernos, pues al parecer a ella también la habían dejado por parecidas circunstancias.
Aquel año, San Valentín, cayó precisamente en viernes- el día en que ella venía. Cada cuatro viernes, fuera o no fiesta, allí la tenías.
Cuando abrí el paquete, con aquellos productos que le encargaba, extraje una blanca tarjeta, a la que en seguida di la vuelta.
"Felicidades"- decía.
"Mejor que la de Tinder"- fue lo primero que me vino a la cabeza.

Texto agregado el 14-02-2025, y leído por 49 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
15-02-2025 Un tímido acercamiento y una pequeña tarjeta que puede ser el inicio de algo mágico. El relato tiene continuación? Saludos. maparo55
 
Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]