Colgada allá en el cielo, la luna llena ilumina el sendero que lleva hasta tu casa. Camino despacio, el clima es cálido, agradable. Cierta timidez me llena el cuerpo, será la primera vez que visite el lugar donde vives. Las sombras de los árboles cercanos parecen acompañarme, silenciosas, cómplices, están ahí, cuidándome. Pienso en ti, en la negrura de tus ojos, que al mirarlos con atención me seducen y siento hundirme en ellos, como en un abismo profundo donde no hay miedo porque sé que me encuentro seguro, cobijado. Y cuando me das tu boca, al besar tus labios color sangre, parece que toco el cielo. Soy cursi. Es que estoy enamorado de ti.
Toco a la puerta de tu casa. Escucho pasos que se acercan. Se abre la puerta y apareces en toda tu belleza y esplendor.
-Me alegra que vinieras – me dices sonriendo, mientras puedo ver a la luz de la luna, tus hermosos colmillos de mujer lobo.
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