Llego la hora.
RING... RING... RING... RING...
Despierto y miro la hora en mi celular. Las dos de la mañana.
RING... RING...
El teléfono suena y alguien contesta en la otra habitación, de se seguro fue mi madre. Los perros ladran y ladran afuera; se escuchan desde lejos, muy lejos. Silencio. Ahora todo vuelve a estar en calma. Los perros ya no ladran. No puedo volver a dormir, sé lo que va a pasar. Estoy sudando, la oscuridad en mi habitación se vuelve visible. Pense que esto no ocurriría que todo lo que me dijeron era una maldita broma de niños, pero tengo un mal presentimiento. Me levanto, voy al baño, enciendo la luz y me mojo la cara, para ver si con eso despierto de la pesadilla.
Hace un año, en un parque, haciendo nada, un viejo me dijo que esto pasaría; primero sonaría dos veces el teléfono de casa y luego mi móvil.
- Hola, ¿Qué tal?
- Hola, perdón ¿Lo conozco?
- ¡Ah! Claro que me conoces.
- Si... ¿De donde?
- Disfrutas del ocio del verano.
- Mmm... si, estoy de vacaciones, ¿Por qué no debería hacerlo?
- No, solo era una pregunta. Me alegra que disfrutes de tus vacaciones.
- Si, la próxima semana saldré de la ciudad. Iré a la playa.
- Que bueno, el aire de mar renueva los pulmones.
- Yo creo lo mismo... y Ud. ¿Disfruta del tiempo que le da su jubilación?
- Ja... en vez de hacer bromas a un pobre anciano, deberías fijarte en la fecha y hacer las cosas que después ya no podrás.
- ¿De que habla?
- Tu sabes, ¿O quieres que te refresque la memoria?... bien lo haré... cuando niño, recuerdas, como a los diez- en ese momento sentí un estremecimiento general -. ¡Ah! Veo que te afecto.
- Pero pense que todo era una broma, una ilusión, que no era real.
- ¿Entonces también pensaste que la sangre en tus manos no era real? Y lo que dijiste después.
- Pero fue un accidente, solo eso... no creí que...
- Si, ¿Pero recuerdas quien se acerco para ayudarte?
- Un viejo... fue un ... fue Ud.- las lagrimas querían salir de mis ojos, pero no podían -.
- ¿Recuerdas los ojos de tu amigo? ¿Recuerdas su expresión cuando te pedía ayuda?, ahora resulta que todo se te olvido.
- Solo tenía diez años, ¿Qué quiere que haga?
- Ya no importa eso, lo que si importa es que ya llega el plazo, la hora de cumplir.
- ¿A que se refiere?
- La promesa, ¿No recuerdas la promesa que hiciste?
Silencio.
- Si- ahora mis ojos pudieron expresar lo que sentía –, si lo recuerdo.
- En un año mas, en esta misma fecha, a las dos de la mañana mas o menos, se escuchara sonar dos veces el teléfono de tu casa, después sonara tu móvil, esa será la señal, con eso sabrás que la hora a llegado.
- ¿Qué debo hacer?
- Salir, solo salir.
El llanto se apodero de mi. El viejo me miro inexpresivo y atento, como si examinara cada una de mis lagrimas. El día era caluroso, mi llanto se confundió con mi sudor, como el sudor que tengo ahora, en esta noche veraniega.
- Un año, ese será el limite, has lo que tengas que hacer, después ya no podrás.
- Pero ¿Y mi familia, que hay de ellos?.
- Nada, solo tu eres al que necesito. Pero recuerda, solo un año mas...
Después el viejo se alejo con paso lento y cansado, yo lo seguí con la mirada como si el tiempo no existiera. Unas muchachas me miraron y sonrieron. El sol se convirtió en un poderoso enemigo. Solo un año- dijo -.
RING... RING... RING... RING...
El teléfono suena otra vez, yo despierto de mis recuerdos. Salgo del baño, corro hasta la habitación de mis padres y entro. Mi mama tiene el auricular en la mano; yo se lo quito y escucho. Un sonido indeterminado, se logra apreciar el ladrido de perros; lejos, muy lejos, es como si quisieran advertirme del mal que me espera.
Mi madre sabe todo, se lo dije después de hablar con el viejo, ella entiende lo que pasa. Mi padre duerme o trata de hacerse el dormido. Veo que de los ojos de mi madre salen lagrimas.
- ¿Qué vas a hacer?
- Salir, debo salir. Iré a mi habitación y me pondré algo mas abrigador.
- Pero, no puede estar pasando esto.
- Madre, esto es real, muy real, aunque ni yo mismo lo crea.
- No, no te dejare.
- Tienes que hacerlo, esto es solo mi responsabilidad.
- Pero...
- Nada, yo debo afrontar mis culpas.
- No quiero.
- No se trata de querer, si no de poder- mi madre me miro con una cara que me estremeció -, no puedo resarcir lo que paso, ahora debo salir y ver que tan real es todo.
Colgué el auricular y casi de forma automática, se escucho mi celular. Corrí hasta mi habitación- cada paso se transformaba en una eternidad -. Ahora sentía un escalofrío por todo el cuerpo. Abrí la puerta, entre. El celular bailaba sobre el velador. Lo tome, conteste y al otro lado se escucho una agitada respiración. Ya es hora- dijo. Me quede helado. Se escuchaban también a esos malditos perros ladrar; desde lejos, muy lejos. Deje caer el aparato al suelo. Comencé a temblar. Sentí el llanto de mi madre en la puerta de mi habitación , me acerque y la abrace. Todo va a estar bien- le dije -, ella no respondió. La aparte un poco, saque una chaqueta del armario. Sentí algo raro, ahora los perros se escuchaban de muy cerca, desde fuera de la casa.
Deje a mi madre, me prepare, ella lloraba mas y mas. Ya estaba listo. Mi madre estaba sobre mi cama. No quiero que salgas de aquí – le dije -, y cerré la puerta con llave. Aun del otro lado seguía escuchando su llanto. Te amo- le dije -. Se produjo un silencio, después se volvieron a escuchar sus sollozos, pero ahora se distinguía la resignación en ellos. Camine por el pasillo hasta la salida de la casa. Pase frente a la habitación de mis padres. Sobre la cama estaba la silueta de mi padre, dormía mirando el muro, o por lo menos se hacia el dormido. Adiós- le dije y cerré la puerta -. Por un momento me quede escuchando. Mi padre también lloro, como nunca antes lo había hecho. Puse un obstáculo en la puerta para que no pudiera abrirla desde dentro. Me aleje.
Camine hasta la salida con el corazón en un puño y mi alma en un hilo. Las piernas me temblaban, pense que ya estaba listo pero no era así ¿Quién podría estarlo?. Mire las fotos que estaban sobre los muebles de la sala de estar, en ellas se podía ver la felicidad de los tres, mis padres y yo; una felicidad vieja, antigua, de otro siglo. Mi cara se desvanecía.
- Pero ¿Y mi familia, que hay de ellos?.
- Nada, solo tu eres al que necesito. Pero recuerda, solo un año mas... y descuida, ellos no te recordaran
Ahora entiendo. Mi cara en las fotos se transformaba en otro rostro, el de un desconocido; sonreí de forma mecánica, después comprendí lo triste que era saber que mis padres no me recordarían; que el hijo que ellos tenían ahora era otro, no yo.
Abrí la puerta de la casa, afuera había un auto lujoso, muy lujoso que ronroneaba suavemente; una de las puertas trasera se abrió, dentro estaba el viejo ataviado con traje muy elegante y fino que contrastaba con su figura desgarbada y vieja; en el volante había un chofer sombrío e inexpresivo, tenía unos ojos muy oscuros, demasiado. Me quede en el marco de la puerta, las piernas me temblaban. El viejo se cambio de asiento dejando libre el que él ocupaba y que daba con la puerta abierta del vehículo, hizo un gesto con la mano para que yo lo ocupara. Trague saliva, camine unos pasos, luego cerré la puerta; cruce el patio y salí a la calle. El auto estaba rodeado de perros que le ladraban con odio. Antes de acercarme mire mi casa por ultima vez, esta había cambiado, ya no era la misma que yo abandone, de echo todos los que la moraban ya no eran los mismos, o por lo menos el hijo de la familia, no era el mismo. Sentí la brisa de la noche veraniega, esta me estremeció como la voz del viejo dentro del auto.
- Ya llego la hora muchacho. Sube al auto.
Me resigne y camine hasta la puerta del vehículo. Tenia ganas de llorar, pero no lo hice. Me arrellane en el asiento; dentro había un olor repugnante. Te vas a acostumbrar rápido- dijo el viejo, esbozando una malvada sonrisa -. Yo mire la calle y a los perros nuevamente; ellos ladraban como quien insulta a los muchachos que pasan descuidadamente en patinetas frente a ti. La luna se asomaba a través de tímidas nubes; las hojas de los árboles bailan en una danza nocturna que hipnotizaba al que las viera; el suave rumor de la noche solo era interrumpido por el motor del auto y por la voz del viejo. Llego la hora- dijo. Esta vez había una demoniaca expresión en su cara -. El vehículo se puso en marcha, la puerta se cerró.
El cuervo__
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