Sin temor a que rompiera
mi corazón en mil pedazos
corrí rápido por la acera
a poner en sus brazos mi corazón.

Sin amor sobrevivía
cada día sin ninguna ilusión
eso que iba a ser vida
eso era una terrible maldición.

Nadie mejor que ella
para abrigar mi alma fría
con su fuego interior y encender
mi piel con la llama de su pasión.

Nadie mejor que ella
para suavizar mi alma
con su pasión y ternura
erizo mi piel en la cama.

Solo a ella la deje que hiciera
todo lo que quisiera hacer de mí,
si de mí hubiera hecho un loco
andaría feliz por las calles de mi ciudad.

Ella hizo de mí un escribano
puso la pluma en mi mano
y yo le escribí versos al cielo de sus ojos
y a su sentimiento hondo como el mar.

Con ella a mi lado
todo se volvió dulce,
menos mi pasado
pues ya no existe.

PEDRO MORENO MORA