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Ni la luna trepando la tapia,
ni el ojo verde de un gato
adivinaron las sombras.
Ya es tarde para volver,
temprano para dormir.
Aquí la noche se muere
en un sol raquítico,
mientras nuestros cuerpos dibujan
el invierno en la ventana
y el resto del mundo
se queda afuera:
si a mí no me importa
otra cosa
que el calor que vos me das.
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Texto agregado el 02-01-2025, y leído por 68
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