Es posible que se pueda leer un mismo libro dos veces?
su mensaje cifrado se pierde entre las transliteraciones,
entre las muchas camadas de una angustia destruidora,
el tiempo no es el mejor antídoto para nuestra memoria,
la experiencia dice que siempre hay otro punto de vista.
El río que nunca se cruza dos veces es la dura realidad,
la segunda vez nunca podrá volver a ser la primera vez,
ni en esa obligada actualización de nuestros recuerdos;
la retrospectiva es sólo la esperanza entre un sí y un no
y volver a visitar los recuerdos nos enciende las alertas.
El libro de la vida suele mostrar algunas hojas pegadas,
en la lucida inconsciencia que nos protege del pasado,
en la biografía autorizada que no se pasa de la cuenta, del
cuando nuestra mirada al frente comienza a avisarnos,
en la tesitura de los días alegres que se van acortando.
La otra mitad difícilmente va a ser como la otra mitad,
la mediana es la medida que no cumple el pronóstico,
la cuesta abajo se divide entre la vergüenza y el dolor,
entre lo que no fuimos y lo que nunca llegaremos a ser
y salir sin ir a lado algún ya no es más aquel mal plan.
Anticiparse a los malos pensamientos sería la solución,
prevenir con donaire todo el sentimiento de desagrado,
admitir cabal cada uno de nuestros previsibles errores,
pero el tiempo vivido es lección que no siempre enseña,
esa experiencia que vive entre la arrogancia y el perdon,
altivez que no nos permite leer dos veces la misma vida.
Así, el tiempo se divide entre el pasado y el presente,
el único tiempo posible vive en yerma ilusión pasajera,
un instante detenido que nos ciega en esa encrucijada,
entre las campanadas y esperanzados gritos de jubilo,
en una reiterada receta anual, en esa necesaria lectura.
Feliz año nuevo a todos (y más a quien llegó hasta aquí)
30 de diciembre de 2024
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