Hoy, ¿para qué quiero recordar, si al final no queda nada más...? Mírame, observa en qué me he convertido: una sombra rota de lo que solía ser. Sí, ríete de mí... ¿Para qué necesitas esa sonrisa? Solo sirve para recordarme que no soy más que una gota perdida en un vasto océano, insignificante y desechable... Sí, esa gota que hoy se rinde al dolor, acompañando un sufrimiento ajeno que nunca pidieron entender, ¿para qué? Mírame bien, con tus ojos indiferentes, júzgame con tu mente cerrada, intenta sentir lo que siento, pero no sientes nada... Este martirio, este dolor, esta maldición de sentir... Ódiame si eso calma tu desprecio, por favor... Conviérteme en nada. Úsame, pero no tortures más mi recuerdo... Ah, sí, pero si mi recuerdo no es más que un maldito y eterno dolor... ¡sí!

¿De qué sirve todo este sufrimiento? Me consume, me devora desde adentro, y tú solo te paras allí, con esa sonrisa cruel, sin saber lo que realmente llevo dentro. Cada día que pasa, me pierdo un poco más en la oscuridad. Mis lágrimas, insignificantes gotas de tristeza, se pierden en la inmensidad del mar de mis propias desgracias. Ríete, si eso es lo que te hace sentir superior. Pero recuerda, tu risa es solo un eco vacío en el abismo de mi dolor.