Le dije lamela, sin pensarlo, me la lamió muchas veces. De tanto lamérmela, casi me la desgasta. Me la lamió como si fuera un bomboncito de chocolate. Él entendió mal, yo simplemente lo estaba llamando por su apellido. Él se llama Edmundo Lamela. Al lamérmela su hombría se vino al piso.
Texto agregado el 12-12-2024, y leído por 108
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