Ahora veo con claridad. Todo se despeja. Los días son más fáciles, puedo ir adonde yo quiera. Una sensación de ligereza y liberación me envuelve, como si los pesados grilletes de la vida cotidiana hubieran desaparecido. El cielo se abre ante mí, un vasto lienzo azul sin límites, y me lleno de una alegría que nunca antes había experimentado. El mundo está lleno de colores más vivos y detalles más nítidos, como si estuviera viendo todo por primera vez.
Soy feliz como nunca lo imaginé, atravieso los muros que antes interrumpían mi paso. Cada obstáculo que me retenía ahora se disuelve en nada. La libertad es embriagadora. Mis padres me lloran, mis amigos también, y siento una punzada de tristeza por el dolor que les causo. Sin embargo, hay una paz que los envuelve a todos, como si supieran que estoy en un lugar mejor.
Mi cuerpo se ve blanco, pálido como el mármol, me acerco y lo toco, está frío. Siento una desconexión, como si solo fuera un observador de una vida pasada que ya no me pertenece. Este cuerpo era mi prisión, pero ahora soy libre.
Veo una luz, una intensa y cálida luz que me invita, pero la evito. Quiero seguir vagando, explorando este nuevo mundo que se ha abierto ante mí. Este mundo es ahora más hermoso, lleno de rincones secretos y maravillas ocultas. Las flores en los jardines parecen más vibrantes, los ríos cantan con mayor claridad, y las montañas se yerguen majestuosas, bañadas por la luz dorada del sol.
Soy feliz, y empiezo a viajar, flotando por los paisajes que antes solo había soñado. Visito campos verdes ondulantes bajo una suave brisa, bosques antiguos llenos de vida y misterio, y ciudades vibrantes llenas de luces y sonidos. Cada lugar tiene su propia belleza, cada rincón su propia historia. Y seguiré haciéndolo para siempre, una alma libre en busca de nuevas maravillas. |