No solo dejó en la ruina a la empresa en la que laboraba. Sus ideas estrafalarias nunca produjeron el efecto que él y todos esperaban. Los clientes se fueron alejando porque el producto que distribuía BRILLANTES SAS, cada día estaba peor. Los cambios que implementó Anastasio, solo lograron dañar los libros de lujo, que antes se vendían como pan caliente, ahora no se vendían ni a mitad de precio.
Él también terminó en la ruina, le tocó ir a barrer las calles todos los días. Ahí funcionó a la perfección, hasta una mención de honor le dieron. Rescataba de la basura juguetes viejos, cartones y plásticos, igual que todo tipo de metales. A pesar de sus experiencias trágicas, seguía creyéndose Pedro I el grande. Un día lo obligaron a ponerse en los zapatos de Carlos, un compañero de trabajo, al que humillaba todos los días. A la hora de ponerse los zapatos, le quedaron muy grandes. Carlos apenas calzaba 36 y media un metro con cincuenta centímetros.