Edmundo Rojas Riquelme, no se cambiaba por nadie. Después de tantos años y muchos esfuerzos, logró que lo reconocieran como el mejor corrector de textos, en todo el mundo. Si antes se burlaba de los cuenteros de planeta azul; ahora ni siquiera los determinará, pues con tantas ocupaciones, a duras penas tendrá tiempo para él mismo.
Desde el día de su reconocimiento, no volvió más por el planeta azul. Hasta sus detractores lo extrañaron, pues ya no tenían de quién burlarse. Edmundo, no sabía cómo iba a corregir tantos manuscritos, libros en obra negra de escritores famosos de todo el orbe, estaban esperando con ansiedad que llegara su turno. Edmundo pensó mandarse a clonar, de esa manera sus clones podían darle la mano en su arduo trabajo. Luego de pensarlo por mucho tiempo, descartó esa idea. Edmundo, tenía el ego muy inflado; creía que el espejo era su esclavo y siempre apoyaría sus acciones y decisiones. Después de bañarse y vestirse como un actor de Hollywood, se paró frente al espejo, luego le preguntó:
-Espejito hermoso, dime quién es el corrector más famoso del mundo entero.
El espejo, de inmediato le contestó:
-Despiértate que estás soñando.
Pedro Moreno Mora |