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Motivo de sobra para que Argentino tenga que interrumpir el romance con su Stella Artois. Volviendo a intentar llevar adelante la misión de descubrir que hay debajo de la plataforma; de paso debiendo enfrentar la apatía personal que marcha derecho por la senda de la pereza.
Para lo cual empieza por lo mas simple que es pasar una franela al espejo; como para así quitar el vapor de aliento impregnado de gravidas emociones. Donde mas luego se pone a revisar nuevamente que el palo de la selfie esté correctamente al tope de estirado. Con lo cual de nuevo vuelve a recostarse boca abajo en la rambla del pasillo. Primeramente tomando el palo por la empuñadura y elongando el brazo a mas no poder. Que una vez enfocado el espejo en el objetivo deseado al ras del mar, vuelve a palpar con la mirada la espuma blanca mezclada con iodo, para así poder desentrañar que hay detrás del remolino. Y por ello es que otra vez hace un gran esfuerzo en tener que agudizar la vista como para poder ver por entre la turbia agua. Que posiblemente sea un monstruo de grandes dimensiones. Quien evidentemente estaría sosteniendo la prefabricada utilizando alguna parte de su cuerpo.
Cuando de pronto, sumado a las sospechas con fundamento, en un pantallazo de denodado esfuerzo de la visión, se encuentra con un par de ojos saltones. Ojos que a vista de buen cubero tienen el poder de cautivar a una posible víctima, útil para su alimentación. Imagen la de los ojos que le impacta en la retina por medio de una especie de vibración, capaz de iluminar el radio entre dos almas de diferentes especies.
Con lo cual sucede en su pensamiento una larga seguidilla de expresiones básicas de sorpresa sin par. Y sumado al estupor le sobrevienen deseos de seguir batallando en establecer un contacto mas directo con el dueño de ese par de inmensos luceros.
Y pasa que durante unos segundos, que a Argentino le parecieron como estar escuchando a los auténticos decadentes, ambos se quedaron en estado de lánguida observación; con aparente signos de ternura por parte del gigante oculto en el fondo del océano.
Pero, aunque parezca contradictorio, seguramente por motivo de la propia turbación, a Argentino le viene la idea de darle otro par de besos a la cerveza que quedara al costado de la rambla.
Cuestión que por el hecho de haberse proyectado en su mente la idea de un futuro inmediato gozando de algo que lo seduce, es que por dicho lapso tan breve de desconexión le provoca cierto tipo de ansiedad que lo hace salirse de la situación primera.
Resultando que enseguida de incorporado, sin poder quitarse la carga de emoción referida a la relación con el prodigio, retrocede inmerso en estado de estupefacción hasta dar con la pared que comunica con la habitación donde duermen las mujeres.
Que finalmente, lleno de jolgorio interior, tiene la urgente necesidad de poner a arder unas hojas de revistas en la propia salamandra; seguramente para mirar por la ventanilla y así rememorar los enormes ojos del posible gigante batracio.
Y pese al gran frenesí, pues además baraja la posibilidad de que sean dos esperpentos y no uno solo, como es lógico de esperar lo persigue la sombra oscura del miedo; de tipo terror. De sentirse un juguete del destino en tener que ser carne de cañón para las fieras.
Y luego de cavilar con la mirada puesta en la eternidad, le sobreviene un fuerte impulso de cantar como Luciano Pavarotti. Aunque finalmente se lo reprime por temor de despertar a las muchachas que parecen dormir profundamente.
Al instante comenzando a pensar en aquella tierna mirada; quien lo hace detenerse a meditar sobre el amor sin conflictos que tuviera con su santa madre.
De inmediato recuperando los deseos de volver a admirar aquellos ojos cual si fueran los de la propia Tormenta. Y por tanto se da manija en repetirse que hubo observado algo de tristeza en aquellos ojos leoninos; o quizás ojos de una vaca que recién se desprende del ternerito. Aunque también medita en la posibilidad que quizás pueda tratarse de un especie de enorme dinosaurio de muchas cabezas.
Pero, saliéndose del trance de investigador, se mira al espejo viéndose totalmente desarreglado. Por ende descubriendo que el viento y los reflejos del nuevo sol le han curtido la piel dejándolo por demás tostado. Aunque, sin embargo, al ahora estar el útil espejo empañado, bien pueda ser que éso lo haga parecer por todo concepto un desahuciado.
Pues entonces quedaron en la ilusión de Argentino, dibujados por toda la eternidad los ojos del enorme mastodonte; proyectados en la superficie del espejo en medio del agua cargada de turbulencia. Y además los parpados de la bestia, que de tanto en tanto se le cerraban como persianas que funcionan a la inverso. Quedando sumamente impresionado de aquella visión de algo real pero que se esconde como un ratón asustado.
Y en medio de tanta pasión y verdad, en la intemperie del océano todo sigue planchado como en stand-by, con además la luz de la tarde con aspecto mortecino. Y encima el viento que parece soplar sin fuerza, de paso aplacando los deseos de Argentino en beber como un energúmeno; por tanto avivando la voluntad de volver a visitar al ilustre visitante. Cuando de pronto cree estar escuchando en su mente un tipo de sonido proveniente de miles de cotorras apostadas en una palmera. Que le hace parecer sentir una importante sensación de deber ser, en tener que volver a inspeccionar de inmediato sobre lo que sucede debajo de la prefabricada. Sonido rimbombante que por un segundo lo hizo entrar en la creencia de haberse despertado las mujeres cantando una de Shakira. Pero ocurre que también escucha, cual tremendo despiporre, las llamas de la salamandra cuando hacen sonar la canción de las revistas incendiadas; lo que le da a pensar que está super exitado y que por tanto alusina cual si estuviera soñando borracho.
Aunque, en medio del rum rum mental, lo vuelve a trastornar la vieja idea de tener que romper parte de la casa para usar de leña; y eso un tanto lo retrae de sentirse sumamente esperanzado. Cuestión, la de andar quemando la prefabricada mas allá de los muebles, que lo tiene perturbado casi tanto como que su hija Susana es una aficionada vocalizando. Y si por esas cosas de la vida tuviera que sacrificar maderas de la casa, aprovecharía para cocinar el lechoncito adobado. Con de yapa la posibilidad de poder ser divisados por gracia de la emanación de humo.
Pero sin embargo de estar de sangre caliente por el espíritu de tener que combatir contra una posible serpiente descomunal, le resulta imposible abstraerse de algunos dolores que lo hacen sentirse un octogenario.
Pero no obstante el impasse, decide volver a la carga. Y así sucede pues. Aunque luego de los pasos preliminares solamente logra divisar por el espejo la consabida espuma batida de mar mezclado con río. Para lo cual, por la hora avanzada del día, comienza hacer cálculos que recién mañana volverá a hacer otra incursión por saber que conclusión saca de todo esto. Por tanto pensando en cuánta ansiedad irá a tener que soportar, si se queda de brazos cruzados contando las nubes que corren.
Pero de inmediato se pregunta qué pasaría si aquel ser de mirada encantadora se asustase mandándose a mudar dejando de nuevo la casa al nivel de las aguas. Para lo cual en su sonrisa de hombre emprendedor se dibujan un par de alas de halcón, a sabiendas de conocer que en breve irá a volver a mirar por el espejo. Con lo cual empieza a masticar el sabor del éxito propio de los buscadores de oro.
Pues entonces decide hacer percusión sobre el piso, con cifrados golpes cual un antiguo telégrafo. En tanto que le funcionan las coronarias como los redoblantes de una batería.
Pero ocurre que al estar falto de respuesta inmediata, en primera instancia deduce que se trata de un ser sin ningún tipo de inteligencia. Y al tener que apurar el trámite por que se viene la noche, habla en voz alta, de manera generalizada, dirigendo el discurso a la totalidad del mundo, hasta incluyendo a posibles seres extra terrestres. Así contando las vicisitudes por las que atraviesan desde que la prefabricada se desprendió del suelo por culpa de la maldita inundación.
Además se encuentra negado a insistir con volver a investigar por medio del espejo, pues sin vueltas calcula que irá a arrojar el mismo resultado. Un par de ojos cautivadores en una cabezota impresionante. Por el contrario prefiriendo encontrar otra alternativa, incluso la de exponer el pellejo yendo a nado y buceando. Pero no obstante el coraje expuesto medita sobre lo arriesgado de pescarse una pulmonía.
Por lo cual cambia de parecer barajando una alternativa que tiene que ver con intentar seducirlo con algo de comida. Pues entonces se apresta atar en la punta de un hilo, un churrasco de lechón. Pero no obstante duda de lo que podría suceder si el mastodonte interpreta que debajo del alimento se encuentra una trampa mortal.
Sin embargo tiene claro que por la ruta de la duda, lo más probable es que se termine quedando de brazos cruzados. Más entonces decide hacer las del pescador deportivo, comenzando por sacarle filo a la cuchilla. Que mientras lo hace se repite la formula que lo mantiene activo: Positivo es igual a acción sobre voluntad al cuadrado. Y una vez preparada la carnada, sujeta en la piola el cebo, por medio de un nudo simple. Para luego atar el otro extremo del hilo en la baranda. Ocurriendo que antes de sumergir la linea en el océano, repara en la posibilidad del monstruo ir a interpretar la carne cual un alimento incompatible con su condición. De esta manera una voz interior le empieza a dictar que de haber errado en el menú luego habrá de intentar con alguna verdura.
Y mientras tanto la carnada va camino al fondo del mar Atlántico, Argentino descorcha una botella de Santa Ana rosado. De paso alardeando de cuando perciba un pique irá hacer un fondo blanco. Y así es que al cabo de un momento de tensa expectativa, comienza a observar que la prefabricada de a poco desciende hasta quedar al nivel del mar. Con ello debiendo presuponer que se encuentra interesado; y que por ello hubo soltado la casa para perfilarse frente al bocado. O quizás se trate de todo lo contrario, siendo que el animal se haya mandado a mudar. Que por esta reflexión se empieza arrepentir de haberle ofrecido una cebo a base de carne. Afianzando en su intelecto la idea de en adelante ofrecerle una fruta.
Pero hete aquí que con el truco de samarrear la línea, la casa se vuelve a levantar como al principio. Que ahora en vez de gran desazón siente un poderoso alivio. A parte de experimentar la grata sensación de sentirse acompañado.
Para lo cual, con la intención de hablarle con la mirada, vuelve a colocar el espejo en el soporte del palo de la selfie. De inmediato recostándose en el piso de la rambla. Con de vuelta elongar el brazo todo lo mas posible. Para finalmente cruzarse con los ojos de aquel ser inmenso, al que le empieza a tener cariño. Y allí, atada a la baranda se encuentra la línea con la carnada, la cual vuelve a agitar con el brazo que le queda libre. De esta manera intentando convencer al monstruo que pruebe el sabroso bocado.
Pero de toda aquella acción de querer convencerlo, solamente logra conseguir un guiño del ojo izquierdo. Que no sería poco pero que desestima por pensar estar viendo visiones.
Más, por sobre todo lo que ocurre, observa en los ángulos de la casa una estela como la que deja una barca. Lo que significa, a las claras, que además de ponerse la casa de sombrero, lo está trasladando hacia la bahía.
Llegado el atardecer, graciles pensamientos de Argentino se despliegan por su mente. Justo en el preciso momento en que comienza el arco donde terminada la tarde y el crepúsculo se muestra cargado de luz. Que finalmente son solamente mansas reflexiones en el puro silencio interior. Aunque algunas son palabras que expresan lo que la razón junto con el corazón le van dictando a los labios. E incluso por momentos pronuncia el discurso dirigido al sol que tiende a dar la vuelta hacia otros horizontes. Que como primera medida se siente agradecido, mas que con Dios con la propia naturaleza; de haber mandado a un ser anónimo y misterioso, a querer acarrear la prefabricada de regreso hacia la costa.
Porque si fuera cierto que Dios es el que ha creado al universo, siendo que se trata de un ente apartado de lo material, entonces quiere decir que el universo no es el propio cuerpo del creador, sino una entidad en cierta medida independiente de Él; que bien merece un agradecimiento personalizado y aparte. Pues entonces la naturaleza vendría a ser para el universo lo que el alma es para los seres reales. La fuerza vital que mueve las cosas. Con lo cual se puede llegar a considerar a la naturaleza con la suficiente autonomía como la propia existencia de cualquier espíritu. Por lo cual también se hace menester que tenga un nombre propio; y así es que Argentino la llama por su homónimo: Naturaleza.
Y de este modo habla Argentino mostrándose super agradecido de ser la casa acarreada por un héroe caritativo proveniente de las entrañas del mar. Además conciderando que este oportuno ser anónimo, hace lo que hace, tan solo por el instinto de preservar el hábitat donde allí todos son igual de importantes. Haciéndose necesario aplaudir a rajatabla a los hijos de la bendita Naturaleza, que saben brindar ayuda al desvalido sin anteponer condición de devolver el favor con algún tipo de sacrificio. Porque sin duda lo que hace lo hace por amor al prójimo. Pues el ser que tenemos cerca en cierto sentido también es uno mismo. Según el entender de Argentino, una enorme filosofía que robustece la moral por sobre cualquier ideología.
Aunque de todos modos piensa que para que una relación de amistad sea perfecta y perdurable, ambas partes deben ser generosas entre si. Y el solo hecho de ser impulsado en la dirección correcta, es lo que Argentino concidera un verdadero favor merecedor de un enorme regalo.
Porque, insiste en recalcar, que aparte de haberlo puesto a salvo de la marejada, ahora le hace un fabuloso flete en llevarlo directo hacia la bahía. Lo que sin duda lo hace doblemente merecedor de un agradecimiento especial. Y que mejor que recuperar la energía invertida con un poco de alimento de primera calidad. Además de tener que dejarle propina por el solo hecho de tener que reconocer el nunca haber recibido un zarpazo en el bonito espejo. Y por tanto, aunque por ello deba arriesgarse a detener la marcha, se decide por ofrecerle un melón entero. Que de paso, en el fragor de la merienda, a lo mejor pueda conocer la cara del gigante anónimo; que sostiene con la cabezota la prefabricada cual si fuera el canasto que llevan los vendedores de chipás. Entonces sumerge la mano en el mar haciendo un gesto: de por favor esperar que enseguida regreso.
Que como parte de la susodicha recompensa decide ofrecerle un fruto de primera línea. Y apresuradamente va en su búsqueda. Con a su vez haber decidido tallar una zanja en toda la circunferencia del delicioso melón. Así quitando la cáscara del sector del medio. Para luego con un hilo pertinente armar un paquete seguro. Y además, en el sector de la pulpa que quede expuesto, se propone colocar un poco de edulcorante líquido como para que parezca mas sabroso.
Y luego de realizada la tarea sugerida por sus pensamientos, por motivo del esfuerzo empleado y de la emoción sufrida en la refriega, sobre la frente de Argentino se dejan ver ciento de gotas de sudor que se quita por medio del antebrazo. Con paralelamente en signo de súplica mostrar el fruto al cielo solicitando compasión del destino.
Y así se sucede un sigiloso momento de espera, solo comparable con el minuto de silencio en los actos públicos cuando se despide algún muerto.
Pero al momento del melón desaparecer en el tranquilo océano, escucha de su mente un pedido de reposo a cambio de no desfallecer sobre la propia rambla; donde, fuera del bullicioso mar, impera un rotundo silencio que hasta los pensamientos de Argentino se dejan escuchar.
Y al momento de inhalar aire puro se decide por utilizar nuevamente el espejo. Más que nada para poder mirar que tipo de respuesta consigue mas allá del fabuloso guiño.
También se dice por lo bajo, que intuye haber acertado con el tipo de cebo; caso contrario ha de utilzar el ceviche.
Pero resulta que la Chismosa vuelve a descender y a quedar flotando como al principio. Al segundo saliendo a la superficie, trozos triangulares de cáscaras de melón.
Con además, cual si lo hubiera deglutido con buen apetito, la casa comienza a moverse con suavidad en dirección al continente. Apuntando la proa sin necesidad de ningún timón, hacia la bahía de Samborombón. Además con la tripulación femenina durmiendo la mona cual osos en el invierno del Ártico. Al juzgar de Argentino, todo un ideal. Con encima navegar a una velocidad de varias millas náuticas. Que por la rapidez conque se deslizan se va provocando un verdadero viento capaz de despeinar cualquier tipo de jopo engominado.
Cuando de pronto, sin que nadie lo pudiera predecir, asoma por el frente de la casa, una cabeza descomunal perteneciente a una tortuga gigante. Y por el hecho de nadar a brazo partido, alternativamente emergen sus patas de cinco dedos, dejando en el agua sendas aureolas de espuma, cual del tamaño de cráteres lunares. Y así, brazada tras brazada, con admirable decisión, el quelonio transporta a la prefabricada hacia la bahía soñada.
Y en eso de estar mirando para todos lados sin saber que decir, Argentino recuerda tener una gruesa soga, que en esta oportunidad la ha de utilizar para anudar a su cuello y así usar las puntas como riendas. Y de paso ir soñando que dirige a la tortuga cual si fuera el caballo de un carro celestial. Para mientras tanto que navega quejarse de ir quedando ciego de la tanta emoción de observar la hermosa puesta del sol.
Y así se dice, alegre, por fin la experiencia funesta haber llegado a su fin. Con además sobre la espalda, en las ventanas de vidrio, poder ver reflejada la soñada costa Argentina.
Pues entonces Argentino expresa un sentir acerca de su vida estar pintándose de felicidad al renacer de un presente con mucha fortuna.
Y mientras navegan a destino feliz, Argentino se pregunta, si todo esto que ocurre es producto de una manifestación del universo en función de la tristeza por lo que ocurre en el planeta con tanta guerra andando por ahí. Entonces mientras sostiene las rienda con orgullo, llega a la conclusión de ser esto que ocurre una manifestación de la naturaleza seguramente preocupada por tanta devastación. Quedando evidenciado que su bondad carece de límites.
Entonces muy cerca yace la costa altiva junto al río Salado. Y tan cerca se encuentra el sitio de la salvación que hasta podría seguir el trayecto a nado. Por cierto, gran humedal, que mientras tanto llegan aparecen aves a querer saludarlos. Lo mismo que carpinchos y hasta los altos pastizales.
Entonces entre lágrimas de emoción, antes de tener que despedirse de la amada tortuga, se le ocurre la linda idea de pegarle en el borde de la caparazón, unas monedas de oro. Y así lo hace en la cantidad de tres; mientras canta una canción de agradecimiento.
Muere la tarde, apareciendo las primeras estrellas. Las primeras libélulas. Los primeros saltamontes. Quedando de yapa la última claridad que aún no se rinde.
Cuando de pronto, Argentino suma una nueva emoción al poder divisar, a tan solo cincuenta metros más atrás de la costa, una increíble construcción de pareciera ser un fantástico panteón griego. Para lo cual se dice risueño que tal vez allí se encuentren los espíritus de algunos de los grandes pensadores, con ello tal vez dándose la hermosa posibilidad de tener alguna cuota de inteligencia extra.
Aunque por causa de la imperiosa necesidad de sentirse a salvo se le genera cierto tipo de ansiedad que lo hace querer anticiparse al lento movimiento de amarre, e ir en busca de alguna rama donde atar la casa. Pasa que la tortuga es tan grande que a lo mejor opte por regresar antes de llegar a la costa; así evitando complicarse más de lo recomendable.
Y junto a la salamandra
sabe que lo espera una larga noche de guitarra y vino. Mas por ello le sobrevine un aluvión de ideas negativas por sentirse mortificado al tener que quitar tablas de la casa (pues muebles ya casi no quedan) para así poder encender un fuego en la estufa. Que en todo caso, piensa, mejor será juntar ramas del lugar e iniciar una fogata afuera. |