Te ha pasado alguna vez que justo en el instante que abres los ojos, al despertar aún no siendo consciente de si estás o no donde debes estar. Ponerte a pensar...
¿Te ha pasado alguna vez?
Pensar en la evolución de las cosas, en la importancia o no de todo lo que has ido haciendo mientras algo se apoya sobre ti con el peso de la realidad, el peso de lo ajeno que durante tu caminar ha sido tuyo y poco a poco ves como se aleja, se desvanece, lento pero inexorable y no te sientes más liviano, no...
No todo peso te hace renquear, sin ese peso muchas veces no puedes avanzar, no puedes fluir hacia lugares que jamás hubieras pensado ver, sentir, escuchar, oler... Oler.
Curiosa la memoria y curiosos los sentidos que interactúan con ella.
Y niegas con la cabeza mientras te desprendes poco a poco de las sabanas que han calentado tu cuerpo durante tu inmersión en ese sueño que no consigues recordar y has pensado, te has vuelto a poner a pensar...
¿Te ha pasado alguna vez?
Piensas que hemos asumido que el silencio, el no hablar de ello consigue arrinconar aquello que has vivido, que ha sentido hasta el punto de hacerlo desaparecer, al punto de creer que nunca existió, mientras... Vuelves a negar con la cabeza, seguramente equivocado, seguramente acertado, pero niegas.
Te levantas por fin, arrastrándote, tirando de los años que se han acumulado sin darte cuenta hacia el baño y abres el grifo, notas el agua como corre entre tus manos y te lavas la cara, el agua te refresca, te despierta mientras arrastra parte de ti, pequeñas partes de ti se adhieren a ella y comienzan un viaje hacía algún mar, otro mar, tu peso les hará ir más rápido.
Pero no hay alivio o eso piensas...
¿Te ha pasado alguna vez?
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